Por Lindsay Blewett, Angela Jones y Milo Obourn.
Traducción no profesional realizada por ACCIUMRed para lectura personal.
Accede al artículo original en inglés en Sex Work and Disability: Introduction.
Introducción
Cuando se piensa en discapacidad, rara vez, o nunca, nos vienen a la mente las trabajadoras sexuales, a pesar de la creciente evidencia de que muchas tienen discapacidades (Tastrom 2019, 2020; Hacking//Hustling 2021, Jones 2021; Disabled Women’s Network of Canada 2014).
Hay escasez de investigaciones académicas publicadas sobre trabajadoras sexuales con discapacidad (Erickson 2015; Fritsch et al. 2016; Piper 2019; Tastrom 2020; Jones 2020). Por lo tanto, este número especial de Disability Studies Quarterly on Sex Work and Disability tiene como objetivo promover la comprensión académica y pública de las discapacidades y las sexualidades, enfatizando las experiencias laborales de las trabajadoras sexuales con discapacidad.
Los estudios sobre trabajadoras sexuales no han tenido en cuenta en gran medida cómo las discapacidades influyen en la incorporación al trabajo sexual y las experiencias laborales de las trabajadoras. Existen algunos relatos de trabajadoras sexuales de servicio completo que brindan servicios sexuales a clientes con discapacidades tanto en textos académicos (Sanders 2006, 2007, 2010, 2015; Wotton e Isbister 2010; Liddiard 2014; Owens 2015) como en la prensa convencional (Williams 2017). Aun así, cuando los estudios sobre trabajadoras sexuales han abordado las discapacidades, se han centrado principalmente en mujeres cisgénero blancas que intercambian servicios sexuales con hombres cisgénero blancos con discapacidades en el contexto de programas de asistencia sexual y subrogación (Sanders 2007, 2010; Liddiard 2014).
Como resultado, los focos de estas conversaciones tienden a fusionarse en torno a los derechos de los hombres cis o lo que Jefferies (2008) ha llamado «el derecho sexual masculino», que cosifica el heteropatriarcado y fomenta un enfoque en clientes que pueden desprecian las experiencias y conocimientos de las trabajadoras sexuales.
Los Estudios Críticos de la Discapacidad tampoco han incorporado adecuadamente a las trabajadoras sexuales con discapacidad en sus teorizaciones y escritos. Si bien los Estudios sobre Discapacidad dieron un giro crítico, alejándose de la teorización puramente desde una perspectiva del modelo social para incluir perspectivas feministas (Morris, 1996; Wendell 1996), fenomenológicas (Paterson y Hughes 1999) y postestructuralistas (Corker y Shakespeare 2002; Shildrick 1997) que enfatizaban la importancia del cuerpo respecto a las barreras sociales, estas conversaciones rara vez han incluido a las trabajadoras sexuales.
Por lo tanto, este número especial tiene como objetivo llenar los vacíos en la literatura en la interseccionalidad entre los Estudios Críticos de la Discapacidad y los Estudios sobre Trabajo Sexual.
Marcos interseccionales y poner en el centro a quienes están en los márgenes
Históricamente, las investigaciones tanto en Estudios Críticos de Discapacidad como en Estudios sobre Trabajo Sexual a menudo no han utilizado un marco interseccional que sitúe la raza, el género, la clase y la sexualidad junto con la discapacidad (Erevelles 2011; Obourn 2020). Al escribir sobre discapacidad y trabajo sexual, por ejemplo, a menudo se emplea un marco binario cissexista de género únicamente y se centra en las experiencias de las personas blancas (Bell 2011; James y Wu 2006; Slater y Liddiard 2018). Estas limitaciones tienen consecuencias adversas para el desarrollo de políticas sociales significativas, así como para las articulaciones teóricas y materiales de sistemas interseccionales de capacitismo, racismo, sexismo, cissexismo, transmisoginia, misoginia, clasismo y edadismo. Teniendo esto en cuenta, los artículos de este volumen usan marcos interseccionales y transnacionales, poniendo en primer plano las experiencias de personas negras, indígenas y otras personas racializadas (BIPOC) dentro y fuera de los EE. UU., así como de personas trans, no binarias, género disconforme, intersexuales y otras trabajadoras sexuales de género fluido.
Nuestro objetivo era incluir más artículos utilizando marcos transnacionales y reconocer que los artículos todavía se centran principalmente en los EE. UU. Esperamos ver investigaciones futuras que exploren la discapacidad y el trabajo sexual a nivel mundial. Las personas autoras de este número especial provienen de diversos lugares sociales y emplean una amplia gama de métodos, incluidas encuestas, entrevistas en profundidad y autoetnografía. El volumen incluye personas autoras con discapacidad o experiencias de trabajo sexual. Los artículos cubren una amplia gama de temas y, si bien las autoras y los artículos están ubicados y enfocados de manera diversa, muchas cuestiones importantes compartidas surgieron a lo largo de sus escritos.
A partir de Estudios Críticos sobre Discapacidad y activismo, los artículos de este número prestan atención a los sistemas de opresión superpuestos. En «Disabled Trans Sex Working College Students: Results from the 2015 U.S. Trans Survey» [«Alumnado universitario con discapacidad trans trabajador sexual: resultados de la encuesta trans de EE. UU. de 2015»], B. Ethan M. Coston, Tyler Gaedecke y Kristian Robinson analizan los resultados de la encuesta trans de EE. UU. de 2015 para explorar experiencias y resultados específicos para personas trans y de género con discapacidad, estudiantes universitarias trabajadoras sexuales.
Sus hallazgos indican que las estudiantes universitarias trans con discapacidad tienen muchas más probabilidades que el resto de alumnado sin discapacidad de dedicarse al trabajo sexual y más probabilidades de sufrir acoso por parte del personal, el profesorado y el alumnado. Además, indican que el alumnado negro, indígena y racializado (BIPOC) tiene, en promedio, más probabilidades que el blanco de haber ejercido alguna vez trabajo sexual.
En «Cripping Sex Work: Disabled Sex Workers and Racialized Disgender in the Online Sex Industry» [Cripificando el trabajo sexual: trabajadoras y trabajadores sexuales con discapacidad y disgenerización racializada en la industria del sexo online], Shawna Felkins se centra en el conocimiento que comparten las trabajadoras sexuales trans y no binarias BIPOC con discapacidades en las plataformas online, cuestionando las nociones de privilegio. Argumentando que «las trabajadoras sexuales blancas y privilegiadas en otros aspectos se benefician y mantienen sistemas de poder que las benefician económicamente mediante el aburguesamiento sexual, mientras que las trabajadoras sexuales múltiplemente marginadas experimentan ciberviolencia y microagresiones a manos de otras trabajadoras sexuales».
En otras palabras, debemos examinar no solo las formas en que las trabajadoras sexuales pueden encontrarse vulnerables a la violencia de los clientes o del Estado, sino también cómo experimentan opresiones cruzadas y son vulnerables a la violencia y la marginación perpetuadas por otras trabajadoras del sexo.
Las jerarquías y opresiones internas deben reconocerse y desmantelarse para crear una comunidad interdependiente de apoyo. En «’I Can’t Really Work Any Normal Job: Disability, Sexual Ableism, and Sex Work» [Realmente no puedo tener un ningún trabajo normal: Discapacidad, Capacitismo Sexual y Trabajo Sexual], Angela Jones explora cómo el trabajo sexual puede convertirse en un lugar no solo de supervivencia, sino también de autopotenciación para las personas trans con discapacidad y de género disconforme en un sistema capitalista plagado de capacitismo y cisexismo institucionalizados y solapados en el lugar de trabajo.
Del mismo modo, en «The Experiences of a Disabled Dominatrix» [«Las Experiencias de una Dominatrix Discapacitada»], Ness Cooper, desde la autoetnografía, explora los conocimientos adquiridos como dominatrix profesional discapacitada para hablar de ayudas a la movilidad y tecnología sexual, apoyo médico y dolor. Cooper se centra, en particular, en las formas en que el género y la discapacidad se entrecruzan en el trabajo dominatrix para generar espacios potencialmente inesperados de apoyo a la discapacidad, acceso material, alivio del dolor y placer.
En «Navigating the Margins of Sex Work, Race, and Ability Status: A Black Feminist Autoethnography» [«Navegando en los Márgenes del Trabajo Sexual, la Raza y la Condición de Capacidad: Una autoetnografía feminista negra»], Zee Xaymaca analiza sus experiencias en EE. UU. y Alemania como trabajadora sexual negra con discapacidad. Argumentando que las comunidades interdependientes informales, como las construidas por y para las trabajadoras sexuales, pueden funcionar como sitios para navegar por la debilidad bajo el capitalismo supremacista blanco y proporcionar más poder económico y autonomía que las economías e instituciones formales.
En «Putas y Discas: Sex Work Activism and Disability Justice in Argentina,» [«Putas y Discas: Activismo en el trabajo sexual y Justicia de la Discapacidad en Argentina»], Leyla Savloff estudia los discursos sobre derechos laborales, Justicia de la Discapacidad y censura online en Argentina. Y lo hace con un enfoque particular en las voces de trabajadoras sexuales trans, travestis y no binarias mediante un análisis de un evento online. El evento, «Putas y Discas», exploró posibilidades de coalición entre la Justicia de la Discapacidad y las trabajadoras sexuales.
Finalmente, en «Disabled Sex Workers’ Fight for Digital Rights, Platform Accessibility, and Design Justice» [«La lucha de las trabajadoras sexuales con discapacidad por los derechos digitales, la accesibilidad de las plataformas y la Justicia de Diseño»], Emily Coombes, Ariel Wolf, Danielle Blunt y Kassandra Sparks aplican un marco interseccional para analizar cómo el estigma, la putofobia y el capacitismo se cruzan con la raza, la clase y el género, afectando el acceso a la plataforma.
Examinan cómo el diseño de la experiencia del usuario (UX) en las redes sociales se cruza con los sistemas punitivos de moderación de contenido virtual para impactar negativamente en las trabajadoras sexuales con discapacidad. Al examinar la tecnología de Internet, el trabajo sexual y la discapacidad, señalan una necesidad crítica de establecer una interrelación entre la Justicia de la Discapacidad, la justicia para quienes ejercen trabajo sexual y un Justicia de Diseño.
Desafiando el capitalismo neoliberal
Un segundo tema es centrarse, ya sea directa o indirectamente, en las políticas anti-trabajo y en lo que las trabajadoras sexuales con discapacidad pueden enseñarnos sobre cómo luchar contra las nociones capitalistas y capacitistas de la productividad.
Si bien los Estudios Críticos de la Discapacidad han señalado las formas en que esta se crea como una categoría de identidad marcada dentro de las estructuras laborales capitalistas de manera marginalizadora y opresiva, estos estudios no han prestado atención completa a cómo las formas marginalizadas de trabajo pueden convertirse en lugares de conocimiento y resistencia contra el capacitismo bajo el capitalismo (Rosenthal 2019; Abberley 2002; Hall y Wilton 2011; Roulstone 2002; Slorach 2016).
El conocimiento experiencial de las personas que ejercen el trabajo sexual es fundamental para comprender los sistemas laborales, especialmente los sistemas laborales capitalistas, en los que las demandas laborales afectan negativamente a la salud física y mental de las personas.
Los ensayos de este número ayudan a analizar cómo el capitalismo genera, exacerba y estigmatiza la discapacidad. En «Disabled Trans Sex Working College Students» [«Alumnado universitario trans con discapacidad trabajador sexual»], Coston, Gaedecke y Robinson demuestran lo profundamente arraigado está el capacitismo en lugares de trabajo capitalistas. Escriben: «El alumnado universitario trans con discapacidad que participó en el trabajo sexual durante el último año tiene, significativamente, más probabilidades que quienes no participaron de informar la pérdida del empleo de por vida (57,59 % frente a 32,10 %). Y más de un tercio informa que cree que fue despedido, ignorado para un ascenso, negado un trabajo o despedido debido a su estado de discapacidad».
Muchos artículos también cuestionan las ideas sobre lo que es y puede ser el trabajo, a veces oponiéndose a la afirmación política de que el trabajo sexual debe entenderse siempre y únicamente como trabajo, cuestionando un sistema que otorga valor en proporción directa a la condición de la persona como supuesto trabajador productivo.
Como afirma Heather Berg (2021, 23), «las trabajadoras del sexo llevan mucho tiempo ejerciendo el trabajo sexual no solo como estrategia de supervivencia económica, sino también como forma de rechazar formas de trabajo y de vida más extractivas y menos placenteras». Las personas autoras exploran las formas en que el trabajo sexual puede ser y tiene el potencial de ser un espacio de interdependencia y ayuda mutua que desafía las nociones capitalistas y centradas en el trabajo de productividad y autonomía.
Muchos ensayos sugieren también que el trabajo sexual puede ser un lugar para cuestionar las ideas capacitistas, racistas, sexistas, cisexistas y heteronormativas sobre quién y qué es deseable y poderoso; y la discapacidad puede ser un lugar desde el que apreciar las formas en que el trabajo sexual puede modelar comunidades y entornos inclusivos para todos los cuerpos y mentes.
Varios ensayos de este número amplían las preguntas planteadas en un panel de Hacking//Hustling (2021), «Work and Anti-Work: What are People in the Sex Trades Fighting For?» [«Trabajo y Antitrabajo: ¿Por qué luchan las trabajadoras del sexo?»], que se centró en las trabajadoras sexuales con discapacidad. En el panel participó Lorelei Lee (2021), que formuló las siguientes preguntas. «Dado que el trabajo es [tan] central para la pertenencia social en Estados Unidos, ¿dónde deja esto a las personas que, como muchas de nosotras, tenemos discapacidad, que no somos o no podemos ser parte de lo que, tradicionalmente, se considera un régimen de ¿trabajadores?» «¿Podemos imaginar una manera diferente de pedir nuestra liberación?»
Como señala Jones en su ensayo «I Can’t Really Work Any Normal Job» [«Realmente no puedo tener un ningún trabajo normal»]: «las trabajadoras del sexo discapacitadas nos muestran que está bien querer trabajar menos, no querer destruir nuestros cuerpos por un trabajo, y pasar más tiempo cuidando de nosotras mismas, de nuestros parientes y de nuestras comunidades». Jones continúa argumentando que no es solo que los cuerpos-mentes discapacitados desafíen las ideas capitalistas normativas sobre el tiempo y la productividad, sino que también pueden proporcionar marcos y fundamentos que permitan a todos los cuerpos-mentes hacer espacio y comprender la necesidad de trabajar menos y cuidar de nosotras mismas más.
En «Navigating the Margins of Sex Work, Race, and Ability Status» [«Navegando en los Márgenes del Trabajo Sexual, la Raza y la Condición de Capacidad»], Xamayca utiliza marcos feministas negros y de Justicia de la Discapacitados para analizar sus experiencias como trabajadora sexual, revelando cómo la productividad debe incluir actos de autocuidado y autoconservación.
Al igual que Jones, Xamayca defiende el valor inherente de la persona y cuestiona la idea de que la productividad capitalista debe determinar el valor humano.
Siguiendo a Leah Lakshmi Piepzna-Samarasinha, Xamayca argumenta que «el trabajo sexual nos da tiempo y flexibilidad para sentarnos y considerar profundamente lo que podría ser el mundo si se afirmara en su integridad. Nuestra posición descartada en la sociedad nos da la libertad de crear un microcosmos de este mundo viviendo los principios de la interdependencia como empoderamiento».
Asimismo, en «The Experiences of a Disabled Dominatrix» [«Las Experiencias de una Dominatrix Discapacitada»], Cooper nos muestra la importancia del conocimiento de la discapacidad como método para gestionar el placer y el dolor en el trabajo sexual y generar interdependencia. Cooper señala cómo la discapacidad puede utilizarse como parte del trabajo de dominatrix de una forma que resulte valiosa y rentable. Al mismo tiempo, aboga por la despenalización, no tanto para equiparar el trabajo sexual a cualquier otro trabajo, sino para minimizar el riesgo y el estigma que conlleva el acceso a la asistencia sanitaria y médica.
Savloff lee «Putas y Discas» como una conversación que enmarca el trabajo sexual como una profesión de cuidados al servicio de la comunidad, en la línea entre una política del trabajo sexual como ‘legítimo’ y un marco más anticapitalista, centrado en las formas en que el trabajo de cuidados suele estar devaluado, mal pagado o no pagado en las sociedades capitalistas occidentales. Savloff vincula la valoración del trabajo de cuidados a 1) la seguridad y el apoyo a las trabajadoras sexuales, 2) el apoyo fiable y accesible a las personas con discapacidades, y 3) la interdependencia como base de un sistema económico y social sostenible.
Internet y las tecnologías han remodelado las industrias y las experiencias laborales del trabajo sexual. Como escribe Felkins: «A medida que los espacios digitales y físicos continúan integrándose a través de nuevas tecnologías de vigilancia aprobadas por el Estado, las categorizaciones del trabajo sexual y los riesgos asociados se vuelven menos ordenadas, y todas las trabajadoras sexuales corren cada vez más riesgo de muerte tecnosocial». Coombes et al.
Cooper señala que las tecnologías de accesibilidad son fundamentales para las trabajadoras sexuales con discapacidad. En «Disabled Sex Workers’ Fight for Digital Rights, Platform Accessibility, and Design Justice» [«La lucha de las trabajadoras sexuales con discapacidad por los derechos digitales, la accesibilidad a las plataformas y la Justicia de Diseño»], Coombes, Wolf, Blunt y Sparks se centran en los medios sociales y otras plataformas de Internet como vías para que las trabajadoras del sexo con discapacidades accedan a recursos comunitarios y construyan redes de ayuda mutua que desafíen los sistemas económicos y capacitistas que hacen que el trabajo y la vida sostenibles sean un reto inaccesible.
También señalan el modo en que el beneficio en un modelo capitalista motiva el diseño de plataformas inaccesibles para muchas usuarias, lo que hace que el trabajo sexual online sea difícil e, incluso, inseguro para las trabajadoras sexuales con discapacidad.
Implicaciones para el activismo y la justicia social
Muchos de los ensayos de este número no solo analizan y teorizan las limitaciones y posibilidades individuales y de las comunidades de trabajadoras del sexo con discapacidad, sino que también aportan ideas concretas y pasos de acción para la justicia social y una mayor equidad.
Xamayca, por ejemplo, termina su ensayo centrándose en el cambio, defendiendo la necesidad de que las alianzas «aporten dinero y tiempo a las organizaciones dirigidas por trabajadoras del sexo para que las activistas directamente afectadas puedan tener estabilidad mientras hacen su trabajo, en lugar de asumir el papel de hablar ‘en nombre de’ las trabajadoras del sexo». Xamayca nos recuerda que el cambio en la justicia social es un trabajo lento en el tiempo que implica una concienciación continua, centrar el trabajo de las afectadas inmediatas y un esfuerzo sostenido e implacable para que la accesibilidad sea esencial y no opcional.
Del mismo modo, Savloff concluye que, en lugar de trabajar por la inclusión de las trabajadoras del sexo con discapacidad, los activistas deberían centrarse en la intimidad del acceso (la sensación de que los demás comprenden tus necesidades de acceso y/o las formas en que los cuerpos responden a que se satisfagan fácilmente las necesidades de accesibilidad) como herramienta para comprender el impacto que la inaccesibilidad y el capacitismo tienen en las personas con discapacidades. Savloff sugiere, basándose en el trabajo de Mia Mingus (2011, 2017), que la intimidad de acceso «insta a las personas sin discapacidad a perturbar el dominio del capacitismo, no huyendo de la discapacidad, sino acercándose a ella».
Jones hace un llamamiento específico al Movimiento por la Justicia de la Discapacidad para que se centre más en las necesidades y los derechos de las trabajadoras sexuales, preguntando: «Si los activistas de la Justicia de la Discapacidad están comprometidos con la liberación de todas las personas con discapacidades, entonces ¿por qué no estar en primera línea con las trabajadoras del sexo luchando contra políticas estatales como la criminalización de la prostitución, que niegan a las trabajadoras con discapacidades la capacidad de trabajar con dignidad y estar libres de la violencia y los daños del Estado?».
El ensayo de Jones destaca las formas en que los objetivos de los movimientos por la despenalización y la abolición se alineen con el movimiento por la justicia de los profesionales del sexo y el movimiento por la Justicia de la Discapacidad, porque necesitan su apoyo. Como escribe Jones, «especialmente, teniendo en cuenta que las personas marginadas múltiples, como las trabajadoras sexuales trans de este estudio, suelen estar sobrerrepresentadas en las industrias del sexo, los objetivos del movimiento por la despenalización están en consonancia con los objetivos generales de los movimientos por la Justicia de las personas con discapacidad», que se basan en marcos abolicionistas y anticarcelarios.
Coombes, Wolf, Blunt y Sparks también hacen un llamamiento al cambio de movimiento, sugiriendo que los movimientos por los derechos de las personas con discapacidad y por los derechos de las trabajadoras sexuales pueden formar coaliciones más fuertes, comprometiéndose deliberadamente con los grupos de derechos digitales contra la vigilancia, y que dichos compromisos deben centrarse en las voces de las trabajadoras sexuales y en los esfuerzos dirigidos por ellas.
Al margen de los movimientos de las trabajadoras sexuales y de la Justicia de la Discapacidad, los artículos de este volumen señalan los cambios estructurales necesarios para avanzar en justicia social en todas las instituciones sociales.
En lo que respecta a la legislación y la política, muchos artículos hablan de la necesidad de que los gobiernos despenalicen el trabajo sexual y cambien las políticas putofóbicas existentes que hacen que las trabajadoras estén menos seguras; contribuyen a innumerables formas de daño y dificultan la acción política, especialmente para las trabajadoras con discapacidades.
Como escribe Xamayca, «legislaciones como SESTA/FOSTA y Das neue Prostituiertenschutzgesetz [Nueva Ley de Protección de los Trabajadores Sexuales] dificultan cada vez más la selección de clientes y el trabajo en grupo, medidas de seguridad habituales en la comunidad. Esto constituye una presión institucional para asumir riesgos a los que, de otro modo, una trabajadora sexual podría ser reacia».
Como también sostiene Cooper, «las leyes del Reino Unido sobre burdeles y trabajo sexual, y las leyes de otros lugares, como SESTA/FOSTA, pueden dificultar el trabajo en red y la colaboración».
Los artículos del volumen discuten las implicaciones de la ley estadounidense, SESTA/FOSTA, y el inconmensurable daño que ha causado a las trabajadoras del sexo. Coston et al. señalan que «las políticas existentes sobre tráfico sexual a nivel estatal y federal suelen tener un impacto desproporcionadamente negativo sobre las trabajadoras sexuales, las personas trans y las personas con discapacidades». Estos trabajos aportan matices a nuestra comprensión actual de los daños de SESTA/FOSTA, demostrando que políticas como esta tienen un efecto adverso sobre las personas más marginadas, así como sobre las trabajadoras sexuales de fuera de EE. UU. (véase Savloff).
Coston et al. señalan otro contexto institucional que necesita un cambio significativo: la educación. El alumnado que ejerce trabajo sexual sufre discriminación y estigmatización en campus universitarios y en aulas de todo el mundo (Haeger y Deil-Amen 2010; Betzer et al. 2015; Sagar et al. 2015a, 2015b, 2016; Sanders y Hardy 2016; Ernst et al. 2021; Heineman 2019; Snow 2019; Morrow 2021; Simpson y Smith 2021; Waring 2021; Stewart 2022), lo cual, como sugieren Coston et al. es especialmente cierto en el caso de estudiantes trans con discapacidades que ejercen el trabajo sexual.
Hacen un llamamiento a las universidades para que actúen: «hacemos un llamamiento a todos los proveedores de servicios estudiantiles para que vuelvan a la acción, animando a las facultades y universidades de todo el mundo a que consideren la posibilidad de crear oficinas oficiales o programas de proveedores de servicios para estudiantes que ejercen trabajo sexual, así como a que permitan la formación de grupos de afinidad de trabajadoras sexuales sancionadas, como las secciones del Sex Workers Outreach Project (SWOP)» —organización sin fines de lucro que defiende los derechos de las personas que ejercen el trabajo sexual—.
Además de los cambios políticos y estructurales necesarios señalados por todas las personas autoras, Felkins termina su ensayo con una lista de medidas concretas, recopiladas a partir de las sugerencias de sus participantes, que se pueden tomar individualmente para apoyar la justicia de las trabajadoras sexuales con discapacidades: «Hacer que las comunidades de trabajo sexual online sean más equitativas y abiertas para las trabajadoras del sexo múltiplemente marginadas».
Estos pasos incluyen pagar a las trabajadoras sexuales marginadas por todas las formas de trabajo, participar en la ayuda mutua, promover el contenido de las trabajadoras del sexo múltiplemente marginadas, denunciar a las trabajadoras del sexo más privilegiadas por micro y macroagresiones [microcapacitismo y capacitismos], abogar contra los modelos de plataformas neoliberales dominantes, autoeducarse y centrar las voces y el conocimiento de las trabajadoras múltiplemente marginadas. Las contribuciones a este número especial exigen un mundo en el que la Justicia de la Discapacidad y los derechos de las trabajadoras sexuales estén entrelazados de forma significativa y en el que se valore el conocimiento de las profesionales con discapacidades.
Como escribe Felkins en su presentación: «Las trabajadoras sexuales con discapacidades están a la vanguardia de los nuevos imaginarios y debates sobre la liberación colectiva, el futuro y el cuidado de la comunidad».
Referencias
Pueden obtenerse en el estudio original Sex Work and Disability: Introduction To The Special Issue.