Por Mark A. Castrodale.
Artículo parte de New Horizons in Adult Education & Human Resource Development [Nuevos horizontes en la educación de adultos y el desarrollo de recursos humanos] 31(1), 40-58. Traducción no profesional realizada por ACCIUMRed para lectura personal.
Introducción
En este artículo, analizo cómo la Música Loca puede alterar los discursos patogizantes sobre la locura y afirmar las subjetividades Locas. Me baso en el campo de los Estudios Locos [Estudios de la Locura] para discutir cómo la Música Loca reconoce los conocimientos subyugados de las personas que se identifican a sí mismas como Locas, altera el dominio de los conocimientos psicodisciplinarios y abre espacios complejos locos-positivos.
Me baso empíricamente en el trabajo lírico de los músicos Locos para demostrar cómo su música puede ser disonante con los paradigmas biomédicos dominantes de la locura que arraigan patológicamente las enfermedades mentales en los individuos.
Por último, sugiero que la Música Loca-positiva inserta contra-conocimientos locos, narrativas radicales complejas y se basa, directamente, en las experiencias vividas por personas Locas de maneras que ofrecen nuevos conocimientos pedagógicos sobre las prácticas sistémicas contemporáneas de la locura.
«Se cantaron canciones, se pronunciaron discursos y se guardó un momento de silencio por quienes fueron recordados al final del primer Día del Orgullo Loco» Geoffrey Reaume (2008, p.3)
La locura, o lo que entendemos por locura, se aprende. Las identidades Locas también se viven y se forjan. La música representa un lugar pedagógico donde músicos locos enseñan a otras personas sobre sus experiencias vividas, y a través de la autoexpresión tallan sus propias identidades. En este artículo, argumento que los significados discursivos de la música positiva respecto a la locura proporcionan perspectivas pedagógicas sobre los sistemas de salud mental, la violencia psiquiátrica, las experiencias Locas, el orgullo loco y las subjetividades de usuarias, supervivientes y ex-pacientes (c/s/x).
Como músico aficionado, he experimentado siempre la música como una forma de autoexpresión. Vengo de una familia en la que la música nos une. Mi historia musical es también una historia familiar. Mi abuelo Settimio Castrodale fue director y músico profesional; tocó para la orquesta filarmónica Local, escribió y transpuso música, fundó y fue el director de una banda comunitaria ítalo-canadiense local.
Cuando mi madre murió de cáncer de mama, yo tenía 15 años (Castrodale & Zingaro, 2015) y recurrí a mi colección de vinilos escuchando en bucle «While My Guitar Gently Weeps», de los Beatles, y el álbum completo «Pet Sounds», de los Beach Boys. Mi abuelo continuó dándome extensas lecciones de piano. También encontré formas de socializar tocando la batería, que aprendí de mi padre. Practicar en el sótano, tocar junto con cintas de álbumes de Nirvana, Foo Fighters, Pixies, Sloan o Weezer me ayudó a superar mis difíciles años de adolescencia. Me uní a una banda, practicaba y tocaba en vivo, a menudo ocultándome detrás de mis platillos deliberadamente inclinados. Todavía escribo música y toco de vez en cuando. Para mí, la música representa un medio de expresión y fue, personalmente, instrumental en momentos de duelo. Mi historia de pérdida y las conexiones con personas y comunidades que se identifican con la Locura me han llevado a emprender esta trayectoria de investigación.
En mi trabajo, veo mi investigación, enseñanza y escritura como una praxis interconectada dirigida a promover la paz, la empatía y la justicia social. Me baso en los Estudios de la Discapacidad, Estudios de la Locura (véase LeFrançois, Menzies & Reaume, 2013), y Geografías de la Discapacidad (Castrodale & Crooks, 2010). Mi posicionamiento (Castrodale & Zingaro, 2015), experiencias vividas y previas investigaciones con un alumnado activista autoidentificado como Loco (Castrodale, 2015) me han motivado a examinar la música positiva respecto a la locura. El lenguaje y la imaginería de la locura a menudo representan a los sujetos mentalmente enfermos como individuos fuera de control, inmorales y violentos (LeFrançois, Menzies & Reaume, 2013). Existe una escasez de perspectivas críticas que desempaquen el cuerdismo en la música. Las prácticas basadas en el arte, como la participación de sobrevivientes en la música, pueden facilitar la compasión, el cuidado, la confianza y la recuperación (Crawford, Lewis, Brown & Manning, 2013). Esbozo el campo de los Estudios de la Locura y debato cómo la música positiva respecto a la locura puede representar un sitio de pedagogía.
Argumento que se necesita más investigación que se base, directamente, en los conocimientos y perspectivas de personas sobrevivientes psiquiátricas, usuarias y ex-pacientes (c/s/x) sobre la música. ¿Cómo entienden el papel de la música en sus vidas? ¿Cómo utilizan la música para desafiar activamente el cuerdismo y la violencia psíquica? ¿Cómo está vinculada la música al orgullo loco? Escribo este artículo como un académico comprometido (Castrodale, 2017; Cresswell & Spandler, 2012) basándome en los Estudios de la Locura y las narrativas de sobrevivientes, y esperando un mundo más amable. Propongo la musicoterapia para desentrañar cómo la música ha sido vinculada a discursos de bienestar y la mediación de la conducta de las personas. Cómo la musicoterapia puede representar una herramienta dirigida a producir sujetos normales, complacientes con el statu quo, que ciertamente no están locos. Se necesitan orientaciones críticas hacia la comprensión de la música como una práctica antiopresiva para abordar las desigualdades de poder, las injusticias sociales (véase Baines, 2000; 2013; 2014) y contrarrestar el cuerdismo.
Posteriormente, introduzco temas y vías que sirven como plataformas desde las cuales se puede criticar los discursos dominantes relacionados con la locura (salud mental) en la música convencional. Finalmente, me baso en las letras de Daniel Mackler, Blue Panthers Party y Evan Greer & Friends, quienes, como sobrevivientes de la Psiquiatría, cuestionan los enfoques patologizantes psíquicos y la violencia psiquiátrica. A través de las letras de sus canciones introducen ideas de angustia y recuperación de la cordura y demuestran que la música es un sitio radical, transformador, vinculado a su propia subjetividad y autocuidado.
Se necesita un análisis más profundo y sostenido de la música y su letra respecto a la locura, junto con un examen del valor pedagógico de la Música Loca basándose en los conocimientos de usuarias/supervivientes/ex-pacientes.
Las pedagogías Locas han estado ausentes en la educación para personas adultas, la pedagogía crítica (McLaren & Kincheloe, 2007) y la formación docente (Castrodale, 2017). Este artículo representa mi intento de catalogar las obras de artistas musicales locos y reflexionar sobre el valor pedagógico de dicha música. Los Estudios de la Locura representan un sitio de educación que ofrece perspectivas pedagógicas basadas en los conocimientos de personas Locas para contrarrestar la opresión cuerdista (Costa, 2014) y la violencia psiquiátrica (Brustow, 2013).
La música positiva respecto a la locura tiene un valor pedagógico que informa nuevas subjetividades Locas y contrarresta el cuerdismo. Dicha música permite a personas aprendices y adultas, Locas y no Locas, a dar sentido a las subjetividades en relación con los discursos orientados a la locura, así como constituir identidades positivas respecto a la locura.
La música puede ser desde la Educación una herramienta para contrarrestar el cuerdismo y forjar formas de ser positivas respecto a la locura.
La música y las ciencias psi
El valor terapéutico de la música ha sido bien reconocido (Clarke, 2016). Los efectos de la música son de gran interés para la investigación psicológica. La literatura musical relacionada con la salud mental y basada en la psicología discute, predominantemente, el potencial de la música como terapia para restaurar estados emocionales positivos normativos en sujetos enfermos (Legge, 2015; Lin, Yang, Lai, Su, Yeh, Huang, & Chen, 2011; Patterson, Duhig, Darbyshire, Counsel, Higgins, & Williams, 2015).
La música ha sido vinculada a discursos de salud y bienestar, alivio del estrés y la promoción general de la salud mental positiva (Ansdell, & Meehan, 2010; Lee & Thyer, 2013; Vastfjall, Juslin, & Hartig, 2012). Interpretar música y cantar pueden fomentar un sentido de comunidad y promover el bienestar general (Dingle, Brander, Ballantyne, & Baker, 2013). La participación de personas en musicoterapia también se considera beneficiosa para moldear la calidad de la musicoterapia (Rolvsjord, 2014). Se necesita más investigación sobre la música basada directamente en las perspectivas y experiencias de las usuarias. (Baines, 2000; 2013; 2014; McCaffrey, 2014). La conexión entre la música y la salud mental representa un área importante de investigación y becas.
Cuando un individuo o grupo de personas hace algo no conformista, desagradable, criminal, delincuente, inmoral, la pregunta «¿qué música estaban escuchando?» se convierte en parte de la investigación psicológica que profundiza en las subjetividades humanas. La música está ampliamente vinculada a la higiene moral de la población (Baker & Bor, 2008). La música puede aliviar la angustia, ansiedad y depresión de los individuos (Chen, 2014; Chen, Hannibal & Gold, 2015; Choi, Lee, & Lim, 2008) y enfermedades mentales graves (Grocke, Bloch, Castle, Thompson, Newton, Stewart, & Gold, 2014). Sin embargo, hay poco examen crítico de la música como herramienta disciplinaria y regulatoria destinada a condicionar el comportamiento en relación con discursos de relajación, terapia y resiliencia (Spelman, 2012). De esta manera, la música puede usarse como una forma de (re)alinear normativamente los pensamientos y conductas de sujetos ‘mentalmente enfermos’.
Como atestiguan Baker y Bor (2008), se suele considerar que los géneros musicales juegan un papel en la formación de las actitudes, emociones y conductas de los individuos. El gusto musical se conceptualiza así en alguna literatura psicológica especulativa como teniendo impactos profundos en los pensamientos, comportamientos, conductas y acciones (anti)sociales de una persona (Suetani & Batterham, 2015). La música que uno escucha y su salud mental están discursivamente conectadas. Se dice implícitamente que la música juega un papel en la formación de la salud mental de los individuos, moldeando de alguna manera su estado de ánimo y mente. Esto tiene implicaciones para la salud y el bienestar de las personas.
Si se concibe que la música tiene potencial terapéutico, también sugeriría que alguna musicoterapia podría también representar una herramienta dirigida a la regulación disciplinaria de la conducta de los sujetos (Foucault, 1999; 2003; 2007). La música como terapia busca calmar, hacer complacientes, fomentar el afrontamiento de las injusticias del mundo actual. En mucha musicoterapia, el potencial radical, rebelde, enojado, ruidoso, punk y alternativo es evacuado. La música que grita, golpea, lucha con la disonancia, cacofonías de sonido, ruidos ininteligibles, por lo tanto, no tiene un valor terapéutico.
Estudios de la Locura
Los Estudios Locos [Estudios de la Locura] representan un campo creciente de investigación y activismo que abre nuevas formas de examinar los discursos de la salud mental (Beresford & Russo, 2016). El término locura proviene de «madness» (locura en inglés), donde personas que se autoidentifican como Locas se han reapropiado del término «Mad» (Loca en inglés) como una fuente de orgullo y resistencia.
Los Estudios de la Locura como campo se basan en los conocimientos y perspectivas de usuarias, supervivientes, ex-pacientes y personas que tienen experiencias directas con la opresión psiquiátrica (Beresford & Russo, 2016; Burstow, 2013; Castrodale, 2015; Liegghio, 2013; LeFrançois, Menzies & Reaume, 2013; LeFrançois & Diamond, 2014; McWade, Milton & Beresford, 2015; Procknow, 2017; Price, 2011; Reville & Church, 2012; Russo & Beresford, 2015). Los Estudios de la Locura arrancan la locura del discurso biomédico —autoridad sobre todos los asuntos relacionados con ‘enfermedades mentales’—, que la supedita a la experiencia clínica psíquica, donde los Estudios de la Locura ofrecen narrativas contrarias de la locura y los conocimientos locos (Costa, Voronka, Landry, Reid, Mcfarlane, Reville, & Church, 2012).
Los Estudios de la Locura como campo representan:
un área de educación, becas y análisis sobre las experiencias, historia, cultura, organización política, narrativas, escritos y, lo más importante, las PERSONAS que se identifican como Locas; supervivientes psiquiátricas; usuarias; enfermas mentales; pacientes; neurodivergentes; discapacitadas, por nombrar algunas de las ‘etiquetas de identidad’ que nuestra comunidad puede elegir usar. (Costa, 2014, ¿Qué son los Estudios de la Locura?, párr. 1)
El Movimiento Loco ha contribuido enormemente a los Estudios de la Locura como campo, ha sido vital para exponer la opresión sistémica, la violencia y el poder del sistema de salud mental (Everett, 2000). Como área de educación, los Estudios de la Locura ofrecen valor pedagógico. Se basan en conocimientos Locos para enseñar a otras personas sobre experiencias Locas, contrarrestar el cuerdismo y reconocer con orgullo las identidades Locas.
La política positiva respecto a la locura valora las subjetividades y conocimientos de las personas Locas y respeta su dignidad humana. La política positiva respecto a la locura es interseccional, buscando a menudo la justicia social y la igualdad. Dentro de esta política, se valoran las experiencias Locas y se celebra el orgullo loco. Es importante, la política positiva respecto a la locura abre un espacio para la locura en la sociedad (Adame, 2014). Las alianzas también pueden adoptar posiciones positivas respecto a la locura apoyando los derechos y la agencia de las personas Locas (Church, 2018).
Los Estudios de la Locura centran las narrativas de las personas supervivientes psiquiátricas cuyas experiencias directas con los regímenes psíquicos de conocimiento, experiencia, prácticas, terapias, curas, violencia onto-epistemológica y tortura son llevadas a primer plano. El activismo positivo respecto a la locura ha sido esencial para protestar contra la opresión de las intervenciones y tratamientos biomédicos individualizadores y patologizantes basados en la psicología, y en abogar por los derechos humanos de la comunidad Loca (Everett, 2000). Las personas Locas pueden celebrar la locura, problematizar el sufrimiento (Rimke, 2016), valorar las historias y narrativas locas y buscar forjar nuevas redes de apoyo, respeto, ayuda mutua y cuidado.
Algunas personas Locas también se alinean con la antipsiquiatría como medio para impugnar y refutar la autoridad psíquica y la violencia real y los daños causados por la psiquiatría. No todas las personas Locas comparten esta posición política. Sin embargo, «los Estudios de la Locura no se alinean ni pactan con el lobby farmacéutico, las investigaciones fabricadas de mala calidad sobre los ‘enfermos mentales’, los imperativos neoliberales vacíos y la moralmente en bancarrota empresa psíquica» (Castrodale, 2017, p. 52).
Como campo de activismo e investigación, los Estudios de la Locura aprecian una polifonía de voces Locas (Clarke, 2016), experiencias y perspectivas que, de alguna manera, están comúnmente vinculadas a la búsqueda de contrarrestar el cuerdismo y las formas dominantes en que las personas Locas son, en muchas ocasiones, subyugadas, alienadas, patologizadas y violentadas. De este modo, reconociendo una multitud de identidades Locas, alteridad y diversas conciencias que validan diferentes experiencias (Burstow, 2003), los Estudios de la Locura ofrece conocimiento importante para la educación de alumnado adulto en la enseñanza sobre el cuerdismo y el rechazo de los modelos biomédicos de la locura (Burstow, 2003).
Los Estudios de la Locura también enseñan sobre la opresión ejercida contra las personas Locas, las formas de entender el trauma y la necesidad de comprender y valorar las experiencias alternativas (2003). La educación de alumnado adulto puede abarcar los discursos sobre la salud mental aplicando teorías y perspectivas onto-epistemológicas informadas por los Estudios de la Locura. La comunidad docente puede incorporar enseñanza y aprendizaje que se basa, directamente, en los conocimientos locos, de manera que desafíen las prácticas de etiquetado y las comprensiones cuerdistas de las identidades Locas en la educación.
Marco conceptual
La música representa un lugar de resistencia a la opresión psiquiátrica/psíquica y también un sitio para celebrar las identidades del Orgullo Loco. La locura ha sido tema para la música popular (Spelman, 2012). Sin embargo, como afirma Spelman (2012): «hasta la fecha, se ha realizado muy poca investigación con respecto a las representaciones de la locura en la música popular… Una escasez que es bastante sorprendente» (p. 9).
Me baso en Spelman (2012) para un marco analítico conceptual. Spelman (2012) ofrece vías temáticas relevantes para criticar los discursos de salud mental prevalentes en la música:
- Caracterizaciones, descripciones y representaciones de personas Locas.
- La locura y las unidades/relaciones familiares.
- «Crítica de los tratamientos psiquiátricos» (p. 146)
- «Crítica del ingreso psiquiátrico involuntario» (p.150)
- Posturas y sentimientos anti-psiquiátricos.
Spelman (2012) muestra a las personas como delincuentes, deficientes, anormales, criminales, violentas y en necesidad de intervención, tratamiento, cura. La locura se representa como una carencia respecto a las personas supuestamente sanas/normales. La familia se evoca como un centro de relaciones con vínculos familiares relacionados con la salud mental y el bienestar. Las relaciones familiares juegan un papel en la formación de la subjetividad mental de la persona. Los tratamientos psiquiátricos y la violencia, como la del ingreso involuntario, tienen una historia violenta y tortuosa. La ‘ciencia psiquiátrica/psíquica’, cuando es objeto de escrutinio, puede revelarse como imperfecta y defectuosa. Los regímenes de cura también pueden disciplinar a las personas para moldear su conducta (Spelman, 2012).
Por último, las posturas antipsiquiátricas comparten una profunda historia de escepticismo y rechazo de la autoridad y el estatus de experto (Rose, 1998; Spelman, 2012). Estos temas forman la base de mis escritos sobre la música positiva respecto a la locura y representan hilos conceptuales para un análisis crítico más profundo del terreno político de los discursos de salud mental en la música. El enfoque de Spelman (2012) es compatible con una política positiva respecto a la locura al ofrecer una crítica de las formas en que se entiende y representa la locura, al tiempo que aboga por basarse en las perspectivas Locas para transformar las comprensiones y prácticas existentes.
También me baso teóricamente en Foucault (1995, 1999, 2003) para examinar los conocimientos psiquiátricos/psíquicos y resaltar las formas en que los sujetos locos se entienden, discursivamente, en relación con los conocimientos psiquiátricos/psíquicos para afirmar subjetividades positivas respecto a la locura. La música respecto a la locura cuestiona los conocimientos disciplinarios biomédicos que constituyen la normalidad mental (Foucault, 1999; Frances, 2014) y, a la inversa, la anormalidad mental abogando por comprensiones alternativas (Spelman, 2012). Como en cualquier movimiento, el Movimiento Loco tiene tensiones donde algunas personas Locas pueden tener relaciones más favorables con las ciencias psiquiátricos/psíquicos, intervenciones farmacológicas, profesionales y practicantes psiquiátricos/psíquicos, mientras que otras personas, no.
Metodología
Música Loca
Representando la locura
Letras de Música Loca
Música Loca como pedagogía
La Música Loca representa un espacio pedagógico. Una pedagogía de la locura busca desentrañar la opresión cuerdista y apreciar la brecha en el conocimiento loco que las personas cuerdas pueden pasar por alto. Músicos y artistas enseñan a otras personas sobre sus vidas y, al hacerlo, promueven el aprendizaje sobre los sistemas de salud mental y las subjetividades positivas respecto a la locura. Aunque no hay consenso ni definición formal de lo que constituye ser positivo respecto a la locura, señalaría algunos puntos de anclaje para enunciar y operacionalizar la positividad Loca.
Las posturas positivas respecto a la locura contrarrestan los discursos patologizantes en torno a la enfermedad mental y buscan transformar las comprensiones de la locura. Una ética positiva respecto a la locura busca empatía, cuidado y comunidad. Esto implica reconocer las historias Locas y celebrar el Orgullo Loco. Un modelo deficitario de identidadesLocas es refutado, y las personas que se autoidentifican comoLocas a menudo reclaman y se reapropian de términos peyorativos como Loca y pirada. Se reconoce el cuerdismo junto con la opresión encontrada por las personas Locas.
Positivo respecto a la locura es también una etiqueta identificatoria. Identificarse como «persona positiva» respecto a la locura podría indicar a una persona que puede ser Loca o no y, sin embargo, se alinea con el movimiento de personas Locas y los imperativos políticos locos. Por lo tanto, ser positiva respecto a la locura podría significar alguien que aspira a ser una aliada Loca. En consecuencia, tal compromiso expresa un deseo de involucrarse con la política Loca y aprender de los conocimientos de personas autoidentificadas Locas. Reconoce el derecho de las personas a ser Locas.
En relación con las ciencias psíquicas/psiquiátricas y los sistemas de salud mental, personas usuarias, consumidoras, sobrevivientes o ex-pacientes pueden tener perspectivas diferentes hacia las ciencias psíquicas y los sistemas psiquiátricos. Algunas personas Locas, particularmente consumidoras, pueden ver actualmente las intervenciones basadas en la psicología como beneficiosas y, por lo tanto, pueden no compartir puntos de vista antipsiquiátricos. La pedagogía Loca ofrece perspectivas para examinar el cuerdismo en la Educación para Adultos y celebrar las identidades Locas.
Además:
Las pedagogías Locas pueden resistir la influencia del lobby farmacéutico, la inflación diagnóstica descontrolada y la patologización de lo normal, a través de la fabricación de discapacidad y nuevos trastornos. Tal pedagogía puede criticar la dominancia psíquica/psiquiátrica existente de formas de conocer, ser y ser en el mundo (Castrodale, 2017, p. 58).
La Música Loca representa una forma de expresión que permite críticas matizadas a los discursos dominantes de salud mental que impregnan gran parte de nuestras vidas cotidianas contemporáneas. Puede crear comunidades de Orgullo Loco, cuidados, empatía, apoyo y experiencias compartidas. Podrían realizarse caminos alternativos, no patologizantes, hacia la recuperación del sufrimiento.
Las artistas musicales Locas pueden reclamar la normalidad (véase Frances, 2014) y rechazar ser patologizadas o etiquetadas como enfermas mentales. La Música Loca puede enseñar a personas no Locas sobre el cuerdismo y la opresión que enfrentan las personas Locas. De esta manera, las voces e historias de las personas Locas pueden ganar prominencia en el currículo de educación para adultos. Además, en entornos educativos se pueden ofrecer enfoques de apoyo no clínicos y des-patologizantes inspirados por personas Locas para estudiantes que experimentan sufrimiento. La música tiene una función pedagógica, diseminando contra-conocimientos y discursos que advierten a otras personas de los riesgos potenciales de coquetear con la psiquiatría. Tales narrativas de supervivientes Locas pueden refutar la autoridad psíquica/psiquiátrica y ofrecer valor pedagógico (Burstow, 2003; Castrodale, 2017) enseñando a otras sobre la violencia sistémica psíquica/psiquiátrica a través de compartir experiencias vividas.
Cantar canciones está conectado con el reconocimiento y el recuerdo, preservando las historias de aquellas personas Locas que no sobrevivieron a la violencia psíquica/psiquiátrica, conectando a los miembros de la comunidad de Orgullo Loco (Reaume, 1998). La pedagogía crítica se preocupa por revelar y entender el funcionamiento de las relaciones de poder desiguales, impugnar la autoridad psíquica/psiquiátrica (Rose, 1998) y generar emancipación de la opresión (véase Freire, 2009). Tal pedagogía valora la voz y la agencia de conocimientos que, a menudo, son subyugados (Castrodale, 2017) basándose directamente en perspectivas Locas para transgredir la opresión sistémica psiquiátrica.
Las artistas musicales positivas respecto a la locura no son anti-ciencia, anti-intelectualismo ni anti-evidencia. Más bien, a menudo buscan mayor transparencia y abogan por no excluir los conocimientos locos de los sistemas de salud mental. Están desafiando activamente el poder autoritario incuestionable investido en la psiquiatría (véase Foucault, 2003). La experiencia psíquica/psiquiátrica sin impugnar desempodera a las comunidades de personas usuarias, supervivientes y ex-pacientes, deja las desigualdades sociales y la violencia psíquica/psiquiátrica sin cuestionar, y perpetúa daños a través de acuerdos con el lobby farmacéutico (Rimke, 2016) incluyendo el ingreso involuntario, los tratamientos forzados y otras intervenciones biomédicas dañinas y violentas. A través de sus letras, la Música Loca desafía la eficacia reportada de las intervenciones psíquicas/psiquiátricas, la falta de fiabilidad, la sub-notificación de efectos secundarios de la medicalización, la autoridad psíquica y la colusión desenfrenada de las ciencias psíquicas con sistemas de regulación y control.
Esto representa una negativa a ser dócil (Foucault, 2003) y cumplir sin cuestionar las órdenes de los expertos psíquicos/psiquiátricos. Demandas judiciales crecientes contra los cárteles farmacéuticos han expuesto prácticas de investigación poco éticas (véase Burstow, 2015). La música representa una forma artística de resistencia, una manera de hablarle verdad al poder (Foucault, 1995; 2007) y revelar injusticias. Las personas son procesadas a través del conducto de investigación academia-psi-farma. Estos artistas musicales a menudo consideran la psiquiatría con un escepticismo profundo y bien fundamentado (Rimke, 2016). Donde las ciencias psíquicas deben generar recelo y desconfianza dada su historia y relaciones corruptas contemporáneas evidentes que atraviesan redes de investigación, trabajadores psíquicos y sistemas de salud empresariales biomédicos (Rimke, 2016). La red psi se infiltra sistemas educativos, de salud, militares y de recursos humanos, entre otros dominios que tocan la vida humana.
Conclusiones
La música representa un espacio pedagógico político de aprendizaje tanto para personas Locas autoidentificadas como para personas no Locas. La música tiene un gran potencial pedagógico para educar y advertir a la ciudadanía sobre los riesgos potenciales asociados con intervenciones de la psiquiatría. La música positiva respecto a la locura abraza, dinámicamente, una amplia gama de emociones, formas de ser, de relacionarse consigo mismo y con los demás, mientras despatologiza la locura. La Música Loca puede revelar orientaciones contemporáneas hacia la locura y discursos dominantes relacionados con la salud mental. La música también puede ser un espacio de resistencia donde las formas de ser individualizadoras y patologizantes de los «mental», constituidas como un sujeto en relación con los discursos de salud mental, pueden ser desafiadas y problematizadas.
Las experiencias Locas pueden enseñarnos sobre nuestra humanidad y nuestro mundo. Para la audiencia Loca puede haber similitudes, experiencias narrativas compartidas y posturas activistas expresadas para un cambio colectivo. Para las artistas Locas, la música Locas es un espacio de expresión y trabajo auto-constitutivo, un lugar de aprendizaje y tallado de identidad. Tanto las personas Locas como las no Locas pueden aprender sobre la autoridad psíquica/psiquiátrica, los discursos psiquiátricos, los sistemas psíquicos y los regímenes de tratamiento, así como sobre las identidades positivas respecto a la locura a través de la Música Loca. Las personas no Locas también pueden participar en la creación de música Loca positiva a través de colaboraciones éticas con personas Locas.
La música también puede implicar exploración, imaginación e improvisación, abriendo espacios democráticos seguros de resistencia (Clarke, 2016). Para Clarke (2016), la música expande nociones de identidad, apreciando una multitud de voces y diversas constituciones de la identidad. La música representa un espacio implicado en la auto-creación y, por lo tanto, es útil para las personas Locas a la hora de desafiar la normalidad.
La Música Loca busca perturbar la complacencia normal sana. La Música Loca no es necesariamente agresiva, aunque a veces puede evocar ira frente a la opresión incesante. En contraste con la música que busca inspirar resiliencia individual, la capacidad de afrontar un mundo opresivo, la Música Loca es revolucionaria, inspira un contradiálogo y busca criticar las formas existentes de violencia y marginación cuerdistas.
La Música Loca, incluyendo canciones y letras inspiradas en la antipsiquiatría, son a menudo una pieza integral del movimiento de Orgullo Loco. Como parte de la organización Loca y los eventos, la música y la poesía suelen ser componentes de activismo antiopresivo, educación y defensa de la locura por una justicia social transformadora (véase Icarus, 2017). Para algunas personas miembro, la expresión musical es parte del tapiz artístico involucrado en ser Loca. Es una forma de expresar la identidad, sanar el trauma, hablar contra la opresión psíquica/psiquiátrica y conectarse con otras personas.
La música inspirada en la antipsiquiatría representa un medio para cuestionar la autoridad que la psicología/psiquiatría se otorga a sí misma, para cuestionar la legitimidad de las afirmaciones de neutralidad científica que, a menudo, sustentan la ciencia psíquica, y para darse cuenta de los daños reales infligidos por intervenciones respaldadas por la psiquiatría. Los entornos vividos y las relaciones sociales con los demás impactan en nuestra salud y las intervenciones necesitan arreglar nuestro mundo social en lugar de fomentar la resiliencia, la normalidad y la complacencia. La música representa así un modo de expresión y un medio para hablar con agencia sobre el trauma, la alienación, la violencia psíquica/psiquiátrica, el ingreso forzado y los tratamientos violentos que Mackler experimentó en nombre de la curación.
Los relatos y expresiones de los supervivientes a través de la música pueden dar forma a mejores sistemas de cuidados y comprensión, defensa y apoyo entre personas posicionadas contra el cuerdismo y la opresión de las personas Locas hacia una política Loca transformadora.
La música Loca positiva re-articula un valor terapéutico diferente, reconfigurando la música como antiopresiva, un medio para constituirse a sí misma a través de afirmar identidades positivas y contrarrestar el cuerdismo. La Música Loca es re-imaginar de una forma radical y transgresora la relación entre la música y el bienestar mental. La Música Loca positiva ofrece enfoques artísticos despatologizantes iniciados por supervivientes para la promoción general de la salud. Hay mucho que se puede aprender sobre las experiencias y los sistemas de salud mental a través de letras y relatos de supervivencia psíquica/psiquiátrica expresados musicalmente. Se necesita más trabajo para promocionar canciones Locas positivas de personas que se autoidentifican como Locas, relatan episodios de locura y pueden o no identificarse como oprimidas psiquiátricamente. Esto proporcionaría una muestra más profunda y matizada de las perspectivas de artistas musicales Locas.
Ahora hay crecientes centros internacionales de músicos positivos respecto a la locura que se autoidentifican como locos. Como ejemplo, el sitio web de Toronto Mad Pride (2018) presenta un directorio de intérpretes de Música Loca. De manera similar, Mindfreedom (2017) ha vinculado la política Loca y el activismo con artistas de Música Loca. La música y la composición de canciones se utilizan para celebrar las «mentes libres y desafiar las violaciones psíquicas/psiquiátricas de los derechos humanos». (Mindfreedom, 2017).
Vara Adams, una música superviviente psiquiátrica, describe sus motivaciones para participar en el proceso de composición de canciones para su álbum de la siguiente manera:
Decidí que era hora de decirle al mundo cómo me siento acerca del sistema que me etiquetó, me medicó y me sometió a electroshocks. Sé que las canciones son crudas, pero expresan muy claramente cómo veo el tratamiento psíquico/psiquiátrico en su conjunto. Me enoja que las personas etiquetadas como «enfermas mentales» inmediatamente se vuelvan seres sin nombre y sean sometidas a coerción y abuso. He sobrevivido a esa etiqueta y ya no seré una sin nombre. (Mindfreedom, 2017)
Como afirma Vara, la música representa un medio para impugnar la coerción, la violencia y un sistema psíquico/psiquiátrico que impacta y daña a menudo en nombre de los cuidados y la curación. El impulso de escribir es educar a otros, informar a otros sobre prácticas de etiquetado y violencia sistémica psiquiátrica.
La música Loca articula una polifonía de voces y perspectivas de personas Locas que pueden trabajar armoniosamente y de maneras disonantes. Las personas supervivientes muestran formas en que los sistemas médicos y la sociedad pueden oprimir, alienar y dañar a ciertas personas. Dichas personas son, a menudo, entendidas y nombrados como disconformes, irracionales, ininteligibles, peligrosas y difíciles de controlar. Posteriormente, tales sujetos son patologizados, etiquetados de múltiples formas para subyugar y normalizarlos (Foucault, 1999; Frances, 2014).
La música Loca positiva puede tomar muchas formas y ser expresada a través de diversos géneros musicales y por una gama de artistas diferentes. La música Loca representa un sitio de impugnación y activismo, para contrarrestar la dominancia psi de todo lo mental en este mundo. Como modo de expresión, la música transmite mensajes complejos, transmite emociones y es un lenguaje en sí mismo. Líricamente, la música puede transmitir significados sobre discursos mentales, darle sentido al mundo o impugnar sistemas más amplios de pensamientos y acciones. Como herramienta pedagógica, la música puede ser un modo de mostrar los modos que constituyen al sujeto loco a través de letras.
La música también es un medio y mecanismo para que los sujetos locos construyan sus identidades y subjetividades dinámicas. Existe la necesidad de que la comunidad investigadora examine los discursos relacionados con la salud mental inscritos en la música convencional, y también cómo las personas Locas pueden usar la música como una herramienta para expresar sus propios conocimientos a través de la música. Los métodos constituidos por las artes pueden enriquecer nuestra comprensión de la salud mental y los sistemas de salud mental (Johnson, 2010). Las personas que se autoidentifican como Locas muestran ontológica y epistemológicamente los vínculos entre la música y la medicina. La música Loca abraza ese potencial complejo, matizado, dinámico y disonante en la música para dar forma a nuevas y radicales subjetividades.
¿Por qué no ser profundamente Loca frente a la violencia, la desigualdad y la opresión? La pregunta no debería ser sobre restaurar la salud mental positiva a nivel individual, sino más bien, en un mundo violento, con conflictos, guerras, desigualdad, discriminación, sufrimiento y dificultades, ¿por qué no hay más personas positivamente Locas? ¿Por qué hay tantas personas aparentemente bien, sanas, normativas y neurotípicas?
La música Loca puede proporcionar percepciones sobre el sistema de salud mental, el sufrimiento encontrado por las personas en su vida diaria, y las formas en que las personas Locas son entendidas y tratadas en la sociedad, a la vez que ofrece nuevas vías para el pensamiento y la acción. Las personas Locas también pueden adoptar diferentes posturas hacia la psicología/psiquiatría, los discursos psíquicos, las intervenciones psíquicas y la comunidad profesional de la psicología y la psiquiatría. Sin embargo, un hilo común a todas ellas es sacar a la luz las relaciones poder-conocimiento, el deseo de afirmar identidades positivas, crear medios para el cuidado y la empatía y rechazar modelos patologizantes individuales, a menudo a favor de determinantes sociales de la salud mental y el bienestar. La salud mental es política, sociocultural, compleja y necesita ser entendida como tal más allá de los discursos biomédicos simplistas, estrechos y dañinos.
Pedagógicamente, tanto las personas aprendices adultas Locas como las no Locas pueden aprender sobre identidades Locas, Orgullo Loco, sistemas psicológicos/psiquiátricos, cuerdismo y opresión psíquica. La música Loca comparte percepciones narrativas que educan a la audiencia sobre sus vidas y conocimientos locos. Está lejos de ser un simple binarismo Loca/Cuerda. Las personas no Locas pueden identificarse como tal en algún momento, y las personas Locas, a veces, pueden dejar de identificarse como Locas.
Sin embargo, la Música Loca ofrece algo diferente, una nueva forma de hacer emerger los discursos de salud mental y repensar la autoridad psíquica/psiquiátrica y las prácticas patologizantes. Las letras de Música Loca enseñan nuevas formas de entender cómo se está tratando [realmente] la enfermedad mental en la sociedad. La Música Loca también proporciona percepciones para reflexionar sobre quién se considera enferma mental, cuándo, dónde, cómo, por qué y qué implica esa consideración sobre cómo será tratada posteriormente. La música representa un sitio para que artistas musicales Locas creen canciones con autonomía, para resistir ser patologizadas y para compartir sus narrativas de salud mental vividas, complejas y matizadas.
La Música Loca podría utilizarse en la formación de estudiantes de medicina para educarles sobre las experiencias de las personas Locas con los sistemas psíquicos/psiquiátricos y enseñar sobre el Orgullo Loco. Esto promovería enfoques despatologizantes hacia la Locura, discursos de recuperación, problematizar la influencia de lobby farmacéutico y repensar el cuerdismo. Tales letras también podrían compartirse y circular con la comunidad Loca, activistas, la comunidad académica y personas usuarias, consumidoras, supervivientes del sistema psíquico/psiquiátrico y ex-pacientes, fomentando la construcción de comunidad.
En este artículo, he recurrido a la música de supervivientes que se autoidentifican como personas Locas, destacando canciones y letras. La Música Loca puede ilustrar la violencia psiquiátrica, los sistemas psiquiátricos y las subjetividades Locas. Una extensión esencial de este trabajo sería discutir directamente el significado, las implicaciones y el significado de estas canciones con la comunidad compositora de música usuaria, consumidora, superviviente y ex-paciente que se autoidentifique como Loca, audiencia, alianzas y comunidades Locas. Se necesita investigación adicional sobre las implicaciones educativas del cuerdismo y cómo las personas Locas pueden transformar las posibilidades pedagógicas educativas (Castrodale, 2017; Procknow, 2017). Investigaciones que se conectan con artistas musicales Locas sin impedirles compartir sus percepciones son muy necesarias para comprender mejor cómo entienden su música en relación con los conocimientos locos. Los Estudios de la Locura y la Música Loca insertan conocimientos locos en el currículo, sacan a la luz el cuerdismo y despatologizan a los sujetos de educación.
Referencias
Las referencias citadas por el autor en este artículo no se han transcrito en la presente traducción. Para acceder a ellas y profundizar en el estudio del tema, te recomendamos consultar el capítulo original. Castrodale, M. A. (2023). Mad Studies and Mad Positive Music. En (Ed.), New Horizons in Adult Education & Human Resource Development (pp. [40-58]).