Eales, L. (2016). Loose Leaf. Canadian Journal of Disability Studies, 5(3), 58–76.
Por Lindsay Meghan Eales (They/them).
Accede a la tesis original en inglés en Loose Leaf. Canadian Journal of Disability Studies. Traducción no profesional realizada por ACCIUMRed para lectura personal.
Hoja Suelta, de Lindsay Eales
Publicado por la Asociación Canadiense de Estudios de la Discapacidad.
Resumen
Una mezcla. ¿Experimentas lo siguiente? Humo de cigarrillo y palomitas de cheddar blanco. Todo está en mi cabecita. Sábanas de papel que se arrugan. Exceso. Una mujer que se tragó una mosca, hojas y acero. Un collar de lunares. Parpadea… Los efectos secundarios son un término equivocado. El manifiesto de une artista. No lineal. Quiero estar desarticulade, sin forma, desordenade, dolide, loque. La locura es personal y política.
A través de una serie autoetnográfica de poesía y prosa performativas, Loose Leaf pretende evocar encuentros con algunos de los afectos, experiencias y políticas de la locura y la psiquiatrización. Pretende ofrecer un compromiso tanto corporal como teórico con una forma de interpretación de la locura, y obligar a la audiencia [comunidad lectora] a realizar una forma de lectura de la locura.
Palabras clave. Estudios de la Locura. Actuación Loca. Psiquiatrización. Escritura performativa. Autoetnografía.
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Cigarrillos
Rebusco en mi abarrotado bolso, mis dedos rozan bolígrafos y clips de acero y papel y barras de labios. La búsqueda ritualizada de mi encendedor. Saco un cigarrillo, Menthol Superslim, del brillante paquete con fotos intencionadamente vergonzosas en la portada. Horrores implícitos de cáncer, apoplejía, humo ajeno, un feto malformado… Inhalo un fluido ardiente en la parte posterior de mi garganta y saboreo la medicina del cobre. Se me seca la boca mientras doy vueltas al mentol en la lengua. ¿Un suicidio lento es mejor que uno rápido?
El humo erosiona el barniz universitario y deja al descubierto mis raíces. Una zorra, una tipa de clase baja, un saludo a mi pasado. Donde la movilidad ascendente consistía en casarse con ricos. Donde una sopa de 99 céntimos hacía la cena cada noche. Donde soñaba con las camisetas de GAP que llevaban los niños ricos. Donde fregábamos suelos de estudio a cambio de clases de baile. Donde los cigarrillos eran más baratos que los medicamentos recetados. Aquí, aprendí a apuntar con el dedo meñique hacia abajo, equilibrando el largo y delgado cigarrillo en la punta de los dedos índice y corazón: una gracia cultivada, de género. Arrastro. Fumo.
Vuelvo con un subidón, un rubor corporal, un arrepentimiento concomitante. Huelo como mi padre. Le hice pasar vergüenza, a coro con las fotos degradantes de su paquete de cigarrillos, hasta su muerte prematura de un ataque al corazón. Retomé su hábito un año después de que le matara.
Ahora asfixiaré a mi compañera con mi hedor a formol y deshonra, aferrándome durante horas, años. Estoy a punto de dejar de fumar y volver con mi compañera, que es peligrosamente alérgica al humo. Se le hace un nudo en la garganta cuando me acerco. Mi aliento mata su aliento. Me ducharé, y la evitaré, para evitar que los cigarrillos también la maten a ella. Este pensamiento me hace desear otro. Mis mejillas se sonrojan y apuro un poco más mi última calada… por ahora.
Introduce aquí el termómetro en el orificio oral.
Resiste el vómito →
← Introduce aquí el brazo en el orificio del manguito de la tensión arterial.
Resiste a la señal de huir.
Insértate en la mirada penetrantemente de una enfermera de triaje aquí.
↓
Ella me despedaza y me tacha de loca. Inserta aquí un hundimiento en el orificio de mi pecho. Loca. Mujer. Desconfiada. Peligrosa. Falsa. Falsa. Histérica. Todo está en mi cabecita tonta.
Todo está en mi cabecita linda. Imaginario. Un amigo invisible. Mi cuerpo irrelevante. Todo está en mi cabeza. Como la inteligencia. Como un aneurisma.
Una unidad cerrada me mantiene encerrada, o fuera, de la realidad de alguien. Las paredes burbujean y se lamentan. Presión profunda e implacable. Chirridos fuertes y sucios. El anestesiante lavado de pintura azul pálido se desprende, revelando el chirriante rosa Pepto Bismol. Me embarra y revuelve mis tripas.
Me acurruco bajo una bata de hospital abierta y una manta fina como el papel, lucho por cubrirme los muslos como una dama. Mi amante es mi edredón, me cubre totalmente con un peso que me enraíza y el olor del hogar. Policías uniformados territorializan los pasillos, eclipsando la ventana de caja de cerillas. Joder. Mi amante alivia mi respiración entrecortada. Me asegura que los policías no me persiguen a mí, sino al indígena que yace ensangrentado al lado. Mi piel se vuelve cada vez más fría, desnuda y blanca.
Me tomo las pastillas, como una buena chica. La grisura desaparece y se instala el entumecimiento. Se me hincha la garganta de alergia al disco calcáreo amargo que se filtra en mi sangre. Trago con fuerza, empujo el pánico más allá de mi esternón. Si me obligo con fuerza…
Había una vez una mujer que se tragó una mosca.
No sé por qué se tragó la mosca.
Tal vez muriera.
Días sobre días
Mi perra manchada, Nugget, se lanza sobre mi cama y me lame la cara. Tengo fiebre. El aliento me sabe caliente cuando me sube por la garganta hasta la boca. Me pesan las mejillas. Se me eriza la piel, se me erizan todos los pelos. Me cubro el cuerpo dolorido con las mantas, y el duro abrazo de Nugget me tranquiliza. Me calienta su ofrecimiento de calor corporal compartido. Huelo sus pies: huele a río sucio, a barro y diversión, a cheddar blanco a palomitas de maíz, a comodidad y amor.
Mi perra manchada, Nugget, se lanza sobre mi cama y me lame la cara. Estoy agotada tras una noche de sueño de mierda. Su insistencia me sume en un pánico claustrofóbico. Se me suben las tripas a la garganta y estoy dispuesta a echarla de la cama. Apesta ligeramente a orina y a un horrible aliento a carne. Aprieto los dientes y gruño ante su necesidad de orinar. Cuando me pongo a regañadientes el chándal cubierto de pelo, sus ásperos pelos desechados se clavan en mi piel. Solo me consuela el cigarrillo mentolada que está en camino.
Mi perra manchada, Nugget, se lanza sobre mi cama y me lame la cara. Las rayas húmedas que deja se arrastran y al secarse, los pelos de mi cara entran en acción. Me paralizo de terror. Mi perra pastor alemán-austríaco es un espía coreano. Mi cuerpo se acelera por la guerra química psiquiátrica que se libra en mis venas. Tengo náuseas y me gotea la boca. Me brotan gotas de sudor en el labio. Necesito alejarme de este animal todo lo que pueda. La echo de la cama. Sólo entonces se ralentizan los latidos de mi corazón y vuelvo a respirar, aunque con dificultad.
Mi perra manchada, Nugget, se lanza sobre mi cama y me lame la cara. La pereza de esta tardía mañana de domingo se ve traspasada por un sol resplandeciente que tuesta mi piel. Las hojas del abedul centellean de luz. La cubro con el brazo y le acaricio la caja torácica. Ella exhala un pesado suspiro estremecedor de intimidad. Mis mejillas se hinchan para dibujar una sonrisa en mis labios. El descanso inunda mis huesos y entierro la cara en su deliciosa melena. Olfateo sus pies: huele a río sucio, a barro y diversión, a palomitas de cheddar blanco, a consuelo y amor.
[Han pasado] cuatro largos meses.
Cuatro largos meses
De ira CRECIENTE
Y cuchillos vueltos hacia adentro ←
Clavados PROFUNDAMENTE
Y vaciados
Me despego de las sábanas, que se me han adherido a la piel y sangran cuando las arranco, pegajosas de sudor. Retrocedo sobre mí, con los huesos doloridos, desesperade por escapar.
Una sala de espera abarrotada de revistas y un televisor que no se puede ni reconocer. Una consulta médica me araña con sábanas de papel arrugado y almohadas de plástico.
Un talonario de recetas y una bombilla descubierta, penetrante.
Hojas y Acero
El amarillo y el rojo están esparcidos por las calles esta mañana, y el aleteo de las alas de un cuervo hincha mi vientre mientras aplasto, bajo mis pies, las membranas endurecidas de las ofrendas de los árboles. Mi larga cabellera rizada atrapa los diminutos fragmentos de las hojas agrietadas, que arranco con los dedos helados para no ser sorprendide habiendo rodado por el suelo duro con la carne blanda.
Me fascinan los olores mohosos y salados del otoño que cosquillean el sudor. Mi amante me tumbó una vez sobre estas hojas, en una mañana robada al aire crujiente: nuestro aliento, rocío en el cielo, empañaba nuestras mejillas. Nuestros labios se enredaron y nuestros dientes chocaron en un esfuerzo por consumirnos mutuamente que me provocaba escalofríos. El olor del otoño se adhiere a mí todo el día.
Me fascina el sol que parpadea en las hojas junto a las enormes vigas de acero del puente. He mirado fijamente hacia abajo, hacia el caudaloso río, muy por debajo, tambaleándome en el borde, con las caderas apretadas contra la barandilla protectora. Ahora miro hacia el cielo interminable y me balanceo, llena de los árboles en flor que bordean el agua que me ha llamado antes. Algo tan duro y tan suave yuxtapuesto. Suave y afilado. Labios y dientes.
Tortillera. La chica debe de estar loca. Las palabras encienden posibilidades en mi pecho y me las escupen a la cara. Las diatribas silenciosas/gritonas de seres queridos, de amistades que ya no son amistades, cubren el suelo de podredumbre. Y yo sigo clavada a ella, a las hojas que fueron mi hogar cuando no teníamos ninguno al que ir, cuando los secretos enmascaraban la alegría derramada. El invierno se tambalea sobre mí, pero el sol aún me llega a los huesos.
Cada crujido de la tierra es un momento de ruptura. Cada vez que el valle del río se tiñe de amarillo y rojo, me sorprendo cayendo como las hojas.
Músculos que no sabía que tenía me aprietan con fuerza, arrastrando mis miembros en un maratón de sacudidas y convulsiones. Mastico papel de aluminio. Los cuervos me llenan el vientre
con esa pausa
que precede a la caída
en picado: una anticipación ingrávida que envía un goteo de electricidad a las puntas de mis dedos.
Salto. Y, luego, la caída.
La aplastante gravedad me comprime los hombros – me exprime el último aliento – toco el fondo del bucle – jadeo contra el peso.
En medio de la noche, las farolas lo salpican todo de polvo dorado.
Una sombra en la esquina de mi habitación parpadea y me llama la atención.
El techo punteado empieza a burbujear.
Me encojo y miro a través de las persianas, vigilando las calles en busca de invasores.
Me encojo hacia dentro y miro a través de las hendiduras de mi cara.
Mi perra, un pastor alemán X australiano, es un espía coreano.
Tiene implantados dispositivos de vigilancia en su collar de lunares.
Estoy (en) apuros.
Escritura performativa
Al escribir, Pollock (1998) nos insta a «escribir superando las normas de la representación académica, a escribir más allá de la textualidad… En otras palabras, hacer que la escritura actúe» (p. 79). Al igual que la investigación-creación recalibra las distinciones entre el acto de investigación y el acto creativo, la escritura performativa «colapsa las distinciones por las que suelen aislarse la escritura creativa y la crítica» (Pollock, 1998, p.80). Pone en tela de juicio los textos tradicionales, inyectando creatividad y juego, además de señalar la naturaleza performativa de la propia escritura. También nos lleva a registros alternativos de conocimiento. «La escritura performativa evoca mundos que, por lo demás, son intangibles, ilocalizables: mundos de memoria, placer, sensación, imaginación, afecto y visión» (Pollock, 1998, p.80). La escritura performativa, como la danza, me ofrece la oportunidad de evocar los aspectos indecibles de la locura.
Lo que hace que la escritura sea performativa no es sólo su estética, sino también que la escritura debe hacer algo: debe «desempeñar una función social» (Pollock, 1998, p.76). McRuer (2006) sostiene que hacer Crip la composición de la escritura (lo que, podría decirse, puede hacer la escritura performativa) es socavar la necesidad de componer nuestra escritura (y a nosotres) normativamente.
McRuer:
«Defiendo la conveniencia de una pérdida de compostura, ya que solo en tal estado puede cuestionarse o resistirse la heteronormatividad y pueden imaginarse nuevas identidades y comunidades (queer/discapacitadas)» (p.166).
Me interesa cómo la escritura performativa puede dar (no)sentido, cambiando nuestra relación con la locura y la cordura a través del texto (véase Price, 2011 para un texto de este tipo). Por ejemplo, Pollock (1998) se refiere «a la tendencia, a menudo petulante, a privilegiar la claridad en los discursos populares sobre la escritura y la educación (¿cómo podría alguien con sentido común no estar a favor de la claridad?)». (p.77).
Pollock va más allá, citando a Giroux, para argumentar que:
«La claridad se convierte en una palabra clave para un enfoque de la escritura que es profundamente eurocéntrico tanto en el contexto como en el contenido, es decir, una escritura que se ajusta a las presuposiciones sobre el uso estándar de la lengua y que ignora la especificidad histórica, política y cultural de diversos públicos o audiencias.» (p.77)
Al hilo de Pollock y McRuer (2006), sostengo que las formas dominantes de escribir en la academia no solo son eurocéntricas, heteronormativas y capacitistas, sino también cuerdistas. Por lo tanto, empleo la escritura performativa con la esperanza de que sea disruptiva en esa forma dominante. Pretendo usar la escritura performativa (en el contexto de mi trabajo sobre locura y danza) siguiendo a Mock (2009), como «una práctica corporizada que realiza su propia teoría» (p.14). Intento teorizar la locura escribiendo de manera loca.
Pollock (1998), aunque no se involucra explícitamente con la política de la locura, parece equiparar la escritura performativa con varios afectos locos. Argumenta, por ejemplo, que la escritura performativa es «nerviosa. Cruza ansiosamente varias historias, teorías, textos, intertextos y esferas de práctica, incapaz de instalarse en un curso claro y lineal, sin voluntad ni capacidad de dejar de moverse, inquieta, transitoria y transitiva, atravesando fronteras espaciales y temporales» (p.90-91, énfasis en el texto). Pollock aboga por las posibilidades no lineales de la escritura performativa, que resuenan con la crítica loca de Poole y Ward (2013) de la linealidad como ligada a «suposiciones modernistas que privilegian la razón y la verdad racional» (p.98) (ver también Cvetkovich, 2012).
Teorizar/escribir/explorar las posibilidades generativas de la locura debe hacerse a través de la escritura performativa, hasta cierto punto, para interrumpir la necesidad cuerdista de claridad y linealidad dentro de la academia y más allá.
Había una vez una mujer que tragó una mosca
No sé por qué tragó la mosca
Quizás morirá
por los antiepilépticos
por la depresión
por suspender los medicamentos
debido a las convulsiones
por los antipsicóticos
porque requería antihistamínicos
por la hinchazón de garganta
por la hipomanía
por los corticoides mal prescritos
por la reacción alérgica
de los antipsicóticos
o la hipomanía
y las convulsiones
por los antidepresivos
por la depresión
causada por la falta de serotonina
causada por el trauma infantil
causado por el complejo paterno
causado por el estancamiento de la flema y el Qi del hígado
causado por la la bajeza moral
causado por los alimentos procesados
causado por el sedentarismo
causado por la pobreza
Se tragó la araña para atrapar la mosca
No sé por qué tragó una mosca
Tal vez muriera
Resistencia
Esta es una pieza de resistencia.
Tomo mi medicación.
Mi medicación también se apodera de mí, a veces durante días, semanas y meses seguidos.
Celexa: «Dolor de cabeza, náuseas, sequedad de boca, sudoración, somnolencia o insomnio (dormir es más probable), estreñimiento o diarrea (ojalá los ISRS se decidieran sobre estos efectos secundarios contradictorios), aumento de peso (si ocurre el aumento de peso puede ser bastante malo para un ISRS), y disfunciones sexuales variadas. Casi todo, excepto el aumento de peso y los problemas de alcoba, suele desaparecer en un par de semanas». (crazymeds.us, 2015a).
Clonazepam: «Era el tipo de infierno que uno no le desearía a los vendedores telefónicos que abusan de los menores e ignoran la lista de ‘no llamar’.» (crazymeds.us, 2015b).
Lamictal: «Erupciones cutáneas, insomnio, picores en la piel, letargo, fotosensibilidad, problemas de memoria y cognitivos, erupciones cutáneas y dolores de cabeza a veces muy fuertes. ¿He mencionado las erupciones y otros problemas cutáneos? El letargo y la estupidez suelen disminuir e, incluso, pueden desaparecer». (crazymeds.us, 2015c).
Latuda: «Trastornos del movimiento. Trastornos del movimiento en abundancia. El 20-40% de las personas sometida a ensayos clínicos tenían algún tipo de trastorno del movimiento, principalmente acatisia (inquietud grave y abrumadora) y la tasa de efectos secundarios en los ensayos clínicos es casi siempre inferior a la de la vida real. Las náuseas y otros problemas gastrointestinales son frecuentes, pero eso suele ocurrir con cualquier medicamento que debas tomar con alimentos. Dormirte (somnolencia) y sentirte cansado durante el día (letargo, sedación) también son habituales, pero Latuda es un antipsicótico, así que ¿qué puedes esperar? Dado que Latuda se utiliza para tratar la depresión, el insomnio y la ansiedad son efectos secundarios populares». (crazymeds.us, 2015d).
Risperidal: «Lo habitual: dolor de cabeza, náuseas, sequedad de boca, estreñimiento, somnolencia y letargo o insomnio y demasiada energía. Casi todo esto desaparece en un par de semanas, aunque el sueño y el letargo o insomnio y el estar excitado pueden tardar un poco más…. Pérdida de libido, otras disfunciones sexuales, pechos hinchados, lactancia inesperada (es especialmente inesperada cuando les ocurre a chicos [cis]) y todo tipo de cosas relacionadas con el aumento de prolactina y otras locuras hormonales… Además de heces descoloridas y aumento de la pigmentación» (crazymeds.us, 2014).
Seroquel: «El Seroquel es famoso por dos cosas: por hacerte dormir hasta el martes siguiente y por dejarte con una resaca infernal cuando finalmente te despiertas» (crazymeds.us, 2013). «Dolor de cabeza, aumento de peso, náuseas, sequedad de boca, estreñimiento, somnolencia, letargo general y no importarte nada (embotamiento emocional). Combina el letargo y el embotamiento y obtendrás lo que se conoce como zombificación… Infanticidio – aunque la falta de Seroquel fue la verdadera causa de esa tragedia». (crazymeds.us, 2015e).
Etcétera…
Los efectos secundarios son un término equivocado: son efectos vividos, [en primera persona].
Estos fármacos me sostienen (?), pero ¿durante cuánto tiempo podré sostenerlos yo a ellos?
<parpadeo><parpadeo>
«Creo que la teoría crip es una práctica colectiva. En primer lugar, creo que es una práctica que ha sido generada por muchas personas queer, en un sentido, porque los mecanismos de la heterosexualidad obligatoria y la capacidad corporal obligatoria han estado muy entrelazados durante más de un siglo. Y son realmente las personas queer crip, crip queer, quienes han entendido bien esos mecanismos. Por lo tanto, la teoría crip es esta práctica cultural crítica que se ha desarrollado en muchas comunidades queer, por artistas, activistas y la comunidad académica, escritora; muchas personas diferentes, parte de los equipos dedicados a la cultural, han puesto en práctica lo que creo que podemos llamar teoría crip.
Dicho esto, no diría que haya un consenso absoluto sobre lo que es la teoría crip. Diría que en muchos sentidos es algo que trata mucho sobre el exceso. La heterosexualidad obligatoria y la capacidad corporal obligatoria generan sitios de contención, donde la discapacidad y lo queer son manejados, contenidos, mantenidos en silencio. Por lo que, como reacción, la producción cultural crip dicho, ‘no vamos a tolerar eso’, por así decirlo. ‘Vamos a generar visiones del cuerpo, el deseo y la comunidad excesivas, fuera de los intentos de contenernos y manejarnos.’ No hay un consenso absoluto sobre lo que es la teoría crip, porque ese exceso generativo ha sido increíblemente variado.» (McRuer, citado en Peers, Brittain & McRuer, 2012, p.148-149).
«El mundo que pensó medir y justificar la locura a través de la psicología debe justificarse ante la locura, ya que en sus luchas y agonías se mide a sí mismo por el exceso de obras como las de Nietzsche, van Gogh, Artaud. Y nada en sí mismo, especialmente no lo que puede saber de la locura, asegura al mundo que está justificado por tales obras de locura» (Foucault, 1965, p.289)
«Escribir en exceso sobre las normas de la representación académica, escribir más allá de la textualidad hacia lo que podría llamarse mortalidades sociales, hacer que la escritura/textualidad hable de, sobre y a través del placer, la posibilidad, la desaparición e incluso el dolor» (Pollock, 1998, p.79).
«La inteligencia en gran parte no reconocida de los sueños que muchos todavía ven como sin sentido y nada más que una descarga de energía excesiva. La locura es, a menudo, entonces, acción excesiva o diferencia presenciada por los supuestamente cuerdos» (Harpin, 2014, p.189).
«El teatro parece atrapado aquí en una paradoja entre ayudar a corregir el ‘razonamiento defectuoso’ y ser peligroso en su potencial para un exceso emocional que puede apoderarse y dominar las mentes vulnerables» (Harpin & Foster, 2014, p.11).
«Actualmente, se siente en desesperación. Sin esperanza. Sin ganas de vivir. Durmiendo en exceso. Retirado. Lágrimas y tristeza, aunque las lágrimas han disminuido con el Effexor. Siente que cada día es otro más para superar. Su concentración está afectada y su memoria es pobre. Está trabajando como actor y sobrellevando eso» (Tighe, 2014, p.111).
«La heroína es una loca poseída por un dios o espíritu, está frenética por emociones excesivas, y a menudo lleva una rama de bambú como señal de su estado mental perturbado» (Ishii, 1994, p. 54-55).
«Basándose en los excesos asociados a la forma musical más grande que la vida, cantando y bailando sobre las ideas y emociones en lugar de simplemente sentirlas, hablar sobre ellas o sugerirlas, la decisión de convertir los síntomas de la depresión de Joy en personajes completos con los que interactuaba significaba que la depresión no era meramente discutida o encarnada por un personaje deprimido solitario, sino que estaba hiperencarnada más allá de su experiencia individual.» (Johnston, 2010, p.210).
«Llorando y lamentándose, sucumbe al dolor excesivo» (Ishii, 1994, p.62). «El síntoma principal del TDC (trastorno dismórfico corporal) es la ‘excesiva’ ansiedad por la apariencia. ¿Qué lo hace ‘excesivo’? Básicamente, si te causa mucho estrés o interfiere con tu trabajo normal o ‘funcionamiento’ social. Pero el ‘funcionamiento’ adecuado depende de tu contexto: tu estatus de clase, tu vida laboral, las expectativas de otras personas sobre ti, cuánto esperas de ti mismo, y así sucesivamente. ¿Y cuánta angustia por tus defectos físicos es demasiada? Estos son criterios muy subjetivos, y el diagnóstico siempre va a ser tanto contextual como estratégico» (Heyes & Taylor, 2010, p.181).
«Una mujer que se vuelve loca por un deseo excesivo de venganza dirigido contra su marido, que la ha abandonado por otra mujer.» (Ishii, 1994, p.62). «En el orden capitalista global actual se valoran mucho los rasgos maníacos, como los impulsos de ser productivo. Pero en el imaginario cultural popular, se temen los ‘excesos’ de esta condición.» (Chouinard, 2012, p.145)
«Al destacar y unir deliberadamente dos extremos, dos excesos, encarnados por el cuerpo del ballet clásico y el cuerpo discapacitado, Newson obliga al público a enfrentarse con la perfección y la imperfección, quienes no pueden fingir y quienes que no encajan» (Whatley, 2010, p.47).
«Se creía que el toque de una mujer era capaz de debilitar y desestabilizar los cuerpos y las mentes de los hombres… Las teorías fisiológicas contemporáneas… sostenían que una pérdida excesiva de semen conducía a la degeneración física y mental, así como a la ceguera en los hombres» (Classen, 2005, p.71).
«La gordura significaba la rendición del yo del niño discapacitado a apetitos excesivos que solo podían ser restringidos a través de un mayor control del cuerpo ya incapacitado» (Rice, 2010, p.167).
«Devolver a Ofelia a la infancia y así pasar por alto el potencial disruptivo de su exceso desenfrenado y errante» (Harpin & Foster, 2014, p.13). «El arte en el mundo natural ocurre como exceso» (Conrad & Beck, 2015).
Al leer esto, ¿experimentas …?
- Un período definido de estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable, y de actividad o energía anormal y persistentemente aumentadas…
- Durante el período de alteración del estado de ánimo y aumento de la energía y la actividad, han persistido tres (o más) de los siguientes síntomas (cuatro si el estado de ánimo es solo irritable), representan un cambio notable respecto al comportamiento habitual y han estado presentes en un grado significativo:
1. Autoestima inflada o grandiosidad.
2. Disminución de la necesidad de dormir (p. ej., te sientes bien después de haber dormido solo 3 horas).
3. Hablas más de lo usual o sientes presión para seguir hablando.
4. Experimentas un vuelo de ideas o sientes que los pensamientos van a toda velocidad.
5. Distracción (es decir, tu atención se desvía con demasiada facilidad hacia estímulos irrelevantes)…
6. Aumento de la actividad dirigida a un objetivo… o agitación psicomotriz.
7. Implicación excesiva en actividades que tienen un alto potencial de consecuencias dolorosas… (Asociación Americana de Psiquiatría, 2013, p.124)
Especifica si, además de angustia y ansiedad, sientes:
- Nervios o tensión.
- Inquietud.
- Dificultad para concentrarte debido a la preocupación.
- Miedo a que ocurra algo horrible.
- Puedes perder el control de ti mismo.
Especifica la gravedad actual:
- Leve: Dos síntomas.
- Moderada: Tres síntomas.
- Grave: Cuatro o cinco síntomas con agitación motora. (Asociación Psychiatric Association, 2013, p.149)
Encuentro a mi padre muerto. Desnudo, frío, azul. Las piernas extendidas sobre un lado de la cama, la mano agarrando el corazón, los ojos muy abiertos. Rigor Mortis. Se ha orinado encima y su pene flácido está expuesto. Salto sobre la cama y le sacudo. Grita. Llamo al 911. Espero. ¿Se irá esta opresión de mi pecho con unas cuantas respiraciones profundas? Me levanto, envuelvo su cuerpo en su raído albornoz de rizo.
Me encuentro en el salón de mi padre. La alfombra chirria contra mis pies. La mesa de centro tiene bordes afilados. Tengo náuseas. Confuse. Se me hincha la garganta y se me hace un nudo en la garganta. El interior de mis antebrazos y la parte posterior de mis rodillas están muy débiles por la incertidumbre. Estoy desbordade, furiose, acelerade por la adrenalina y el miedo, la conmoción y la pérdida. Me invade un impulso que todo lo consume. Debo moverme. Exploto y me derrumbo en la danza.
En soledad. Los mocos corren por mi cara, mezclándose con lágrimas y gemidos guturales. Me agito y me sacudo violentamente: salto, me extiendo demasiado, me golpeo las rodillas, las caderas, los codos, los hombros, las costillas por falta de una técnica «adecuada». Choco con las cosas. Tropiezo. Me rompo. Estoy desnuda. Consciente. Cohibida. Juzgando mis movimientos descoordinados, descuidados, ridículos, vergonzosos. Entonces las imágenes y los sonidos desaparecen y luego se desvanecen. Solo siento el peso de mi cuerpo, la intensidad ondulante de la pena que se extiende por mi pecho. Me deleito en lo que había juzgado feo. Quiero estar desarticulade, sin forma, desordenade, dolide, loque.
Una versión anterior de este párrafo fue publicada en Avner et al. (2014).
Manifiesto de la vida de une artista
- La relación de una artista con la depresión:
- Una artista no debe estar deprimida
- La depresión es una enfermedad y debe curarse
- La depresión no es productiva para una artista
- La depresión no es productiva para una artista
- La depresión no es productiva para una artista
- La relación de una artista con el suicidio:
- El suicidio es un crimen contra la vida
- Una artista no debe suicidarse
- Una artista no debe suicidarse
- Una artista no debe suicidarse
(Abromovic, 2012)
Referencia
Las referencias citadas por Lindsay Meghan Eales en su obra Loose Leaf no se han transcrito en la presente traducción. Para acceder a ellas, te recomendamos consultar Eales, L. (2016). Loose Leaf. Canadian Journal of Disability Studies, 5(3), 58–76. https://doi.org/10.15353/cjds.v5i3.297.