Por Richard A. Ingram.
Artículo parte de The Routledge International Handbook of Mad Studies, editado por Peter Beresford, Jasna Russo. Traducción no profesional realizada por ACCIUMRed para lectura personal.
Presentación
El 3 de mayo de 2008, hice una presentación en una conferencia académica en la Universidad de Syracuse sobre lo que denominé una «in/disciplina», Mad Studies (Ingram, 2008). Junto a mí, Jijian Voronka presentó sobre Britney Spears, un trabajo que fue un ejemplo de cómo hacer Mad Studies (Estudios Locos). Mi presentación fue en su mayor parte improvisada, a pesar de la gran cantidad de escritos que había redactado sobre Mad Studies en los primeros cuatro meses de 2008.
Además de lanzar el concepto de Mad Studies en una conferencia académica, compartí ideas en el servidor de listas de Mad Students Society (Sociedad de Estudiantes Locos). Mi pensamiento era que Mad Studies era un concepto que había surgido de los grupos y comunidades del movimiento Mad (Loco), y que era importante asegurar que Mad Studies fuera entendido como una invitación y una oportunidad compartida lo más ampliamente posible.
En este capítulo quiero rastrear el concepto hasta la primera vez que entró en mi conciencia en el año académico 2000-2001, y rastrear cómo han evolucionado mis pensamientos sobre el concepto desde 2008. Quiero describir algunos de los eventos, colaboraciones y grupos que proporcionaron un contexto para que el concepto de Mad Studies surgiera en 2001 y se lanzara en 2008.
Después de completar mis exámenes completos, en el año 2000 estaba trabajando en un plan de capítulos para mi tesis doctoral. Además de esta tarea, tuve que declarar las áreas temáticas de mi tesis. Durante este período escuché lo que Michel Foucault denominó «el pensamiento desde afuera» (1990). De hecho, era a la vez una voz y una visión. Lo que escuché, y lo que preví, fue que llegaría un día en que los Estudios Locos serían un concepto importante y se formarían como un campo de conocimiento.
En 1997, el libro de Irit Shimrat, Call Me Crazy: Stories from the Mad Movement (Llámame Loca: Historias del Movimiento Loco), había establecido el concepto de Movimiento Mad (Loco). «Activistas locos del movimiento en este país», escribe Shimrat, «han fundado grupos de autoayuda, políticos y creativos que han marcado una diferencia real» (1997:152). Cuando leí este libro, me di cuenta de que no estaba ni mucho menos solo en mi intuición de que la psiquiatrización como proceso me estaba haciendo mucho más daño que bien. La inclusión por parte de Shimrat de escritos del activismo Loco demostró que había un Movimiento Loco en todo Canadá. El libro también mostró las superposiciones entre los movimientos LGBTQ+ y el Movimiento Loco.
Por un lado, el concepto de Mad Studies parecía un paso obvio desde un Movimiento Loco con conocimiento a un cuerpo de conocimiento con su propio nombre. Por otro lado, no era inevitable que surgiera un campo de conocimiento llamado Estudios Locos. En cierto sentido, pensar el concepto de Mad Studies (Estudios Locos) implicaba perder el contacto con la realidad. Ésa no fue la única vez que tuve la experiencia de sentir que perdía el contacto con la realidad al imaginar Mad Studies (Estudios Locos).
En marzo de 2001, tuvo lugar una manifestación frente al Centro de Convenciones de Vancouver, donde se estaba celebrando la Asamblea Mundial de la Salud Mental. Fue en esta manifestación donde conocí por primera vez a destacados activistas, entre ellos Irit Shimrat y David Oaks. También fue durante este tiempo que la Red Mundial de Usuarias y Sobrevivientes de Psiquiatría celebró su primera Asamblea General, aunque no asistí a este evento en persona.
A raíz de esta trascendental manifestación, se llevaron a cabo una serie de eventos llamados «Madness 101» (Locura 101) en Humanities Storefront (Tienda de Humanidades), que estaba situada en el lado este del centro de Vancouver. Al igual que otros eventos en este lugar, Madness 101 tenía como objetivo brindar oportunidades educativas a personas para quienes dichas oportunidades eran escasas. Madness 101 fue un ejemplo de lo que yo consideraba Mad Studies en una dimensión formal. Mientras tanto, un sitio web satírico en línea, Mad Nation (Nación Loca), fue un ejemplo de Mad Studies en una dimensión más informal.
Cuando estaba listo para defender mi tesis en abril de 2005, sentí que el tema entraba bajo el título de Estudios Locos. Sin embargo, no había declarado Estudios Locos como una de mis áreas temáticas. La razón de esta decisión fue que me había interesado en el principio del «copyleft» (libre de copiar), que es un enfoque de invitación que abre ideas para que otras las utilicen. Me preocupaba que declarar mi tesis como perteneciente al campo de los Estudios Locos hiciera que el término «Estudios Locos», como la tesis misma, fuera propiedad de la Universidad de Columbia Británica.
Al adoptar un enfoque copyleft, me inspiré en un colectivo llamado Critical Theory Ensemble (Conjunto de teoría crítica). Personalmente, había estado involucrado en un colectivo llamado ETC, o Ephemeral Theory Collective (Colectivo de Teoría Efímera). Los cuatro miembros de este colectivo habían presentado ponencias en una conferencia en la Universidad Estatal de Nueva York, Buffalo, en el otoño de 2001. Juntos habíamos leído la obra maestra de Gilles Deleuze y Félix Guattari, Las mil mesetas (1987). Escribir y presentar como colectivos resta importancia al papel del individuo, destacando cómo nuestras ideas se desarrollan a través de la conversación.
En la primavera de 2006, me invitaron a organizar los eventos Mad Pride (Orgullo Loco) de Vancouver, coordinados por Gallery Gachet y que se llevan a cabo cada mes de julio. Participar en Mad Pride me dio una mejor comprensión de la Comunidad Loca en Vancouver. Mientras tanto, me entrevistaron para un puesto en la Escuela de Estudios sobre Discapacidad de la Universidad Ryerson en Toronto. Aunque no me ofrecieron el puesto anunciado, me ofrecieron un puesto de un año como investigador senior para 2007, que acepté con agrado.
Estar ubicado en Toronto me permitió colaborar con el miembro de Ephemeral Theory Collective, James Overboe, en una serie de talleres con el título PsychoCrips. El concepto de psychocrips tenía como objetivo llamar la atención sobre los puntos en común entre las comunidades psiquiatrizadas y discapacitadas en la región de Toronto; por ejemplo, destacando los efectos incapacitantes del tratamiento psiquiátrico y los efectos traumatizantes de medicalizar la discapacidad. En estos talleres se hizo hincapié en imaginar futuros con el objetivo de equilibrar la investigación sobre la eugenesia, cuya desolación a menudo parece sugerir que las personas con discapacidades no tienen [derecho a un] futuro. Estos talleres cubrieron una variedad de temas, incluidas las intersecciones entre discapacidad, raza y género.
Mi puesto en Ryerson terminó a finales de diciembre de 2007. En enero de 2008, tuve tiempo para reflexionar sobre el concepto de «Estudios Locos». Uno de los aspectos más destacados de mi año en Ryerson fue dar una conferencia invitada en la clase de David Reville, La historia de los locos. Conocía a Reville desde que leí Call Me Crazy (Llámame loca), de Shimrat, del que es colaborador. Lo que comencé a preguntarme fue si el tipo de curso que Reville había elaborado en Estudios de la Discapacidad podría ser la base para una nueva disciplina de Estudios Locos.
En mis escritos, mi objetivo era preparar material para la conferencia organizada por Robert Menzies: Locura, ciudadanía y justicia social. Pensé que la conferencia era una señal clara de que un campo de conocimiento comenzaba a fusionarse y que esta entidad necesitaba un nombre. Sin embargo, otorgar un nombre tendría efectos complicados que merecían una cuidadosa consideración. Con este fin, volví a Las mil mesetas (1987), de Deleuze y Guattari, para reflexionar sobre las dos caras de los Estudios Locos: los Estudios Locos como disciplina y los Estudios Locos como indisciplina.
La articulación de «Loco» con «Estudios» produce una frase que parece paradójica. ¿Es siquiera posible establecer un campo de conocimiento cuando el sujeto y el objeto están locos? En resumen, hay algo de sinsentido en Mad Studies (Estudios Locos). Esta indisciplina es subversiva en relación con las disciplinas existentes y, por tanto, en relación con la Academia.
En la terminología de Deleuze y Guattari, este conocimiento es rizomático y nómada, en oposición a arbóreo y asentado (1987). En la medida en que Mad Studies se despliega como sentido, se convierte en una disciplina más junto a las disciplinas existentes. Lo que supe ya en 2008 fue que Mad Studies tendría sentido y sinsentido y, por tanto, se convertiría en una disciplina.
Al preparar mi presentación en Syracuse en mayo de 2008, me basé en el estudio de la lingüística que había formado parte de mi doctorado en Ideología y Análisis del Discurso en el Departamento de Gobierno de la Universidad de Essex. Al igual que los estudios sobre la mujer, los estudios sobre la discapacidad y los estudios sobre la sordera, los estudios sobre la locura actuarían como un punto nodal (Laclau y Mouffe, 1985); es decir, como un punto de condensación de significados aportados a su posición en el centro de un discurso en crecimiento. Habría dos caras en Mad Studies. Por un lado, reuniría escritos desde la perspectiva de temas locos; por otro lado, permitiría al sujeto loco escribir sobre cualquier asunto en el que se mencionara de manera destacada la locura, para deconstruir las lógicas racionalistas al mostrar el alcance de su dependencia de los significantes «loco [loca, loque]» y «locura».
A medida que se acercaba la fecha de mi presentación en Syracuse, mi mente se desmoronaba. El día de la presentación ya no podía coordinar mis pensamientos como debía. Tomé a Antonin Artaud como ejemplo de alguien que actúa a pesar de la locura, o más bien inspirado por ella. Tenía que confiar en que una presentación de flujo de conciencia produciría una charla valiosa.
Empecé leyendo un breve manifiesto:
Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas…
Las personas locas podemos curarnos del lado destructivo de la locura. Necesitamos que otros entiendan que somos las principales víctimas de este lado destructivo, al tiempo que reconocemos que otros están demasiado a menudo sujetos a sus efectos.
Podemos autocurarnos cuando tenemos espacio y tiempo para aprender y sacar a relucir el lado creativo de la locura. Individual y colectivamente, estamos trabajando para adquirir las habilidades necesarias para pasar de la destrucción a la creación. Sin embargo, bajo el régimen actual de gestión de la locura dirigida por el Estado y con fines de lucro, las condiciones para adquirir estas habilidades surgen muy raramente.
Esperamos que las sociedades recuperen la sabiduría perdida al llegar a reconocer, una vez más, el tremendo potencial que reside en nuestra imaginación poco ortodoxa. Observamos que este potencial ya es reconocido en unos pocos elegidos; entre los cuales, los privilegiados suelen ser líderes empresariales y estrellas del entretenimiento. Anhelamos que se reduzca la brecha entre unos pocos elegidos y las multitudes abandonadas.
Esperamos el momento en que nuestras epifanías ya no sean mal reconocidas como manía o psicosis; cuando nuestros períodos de vacío o inercia ya no se reconozcan erróneamente como depresión; cuando nuestras energías frenéticas ya no se reconozcan erróneamente como TDAH o trastorno límite de la personalidad; y cuando nuestra búsqueda de un lugar interior de refugio ya no sea reconocida como autismo.
Llegará un momento en el que nuestros «cuerpos-mentes» ya no serán declarados incompetentes y ya no serán considerados accidentes esperando a ocurrir.
Llegará un momento en el que podremos reír y llorar, amar y escondernos, libremente y sin miedo.
Llegará un momento en el que no habrá castigo por dejar volar la imaginación.
A medida que avanzaba la presentación decidí terminar hablando de Franz Fanon, campeón de «Los condenados de la tierra» (1963). El resultado fue una apasionada defensa de la intersección entre locura y anticolonialismo por parte de la disciplina emergente de los Estudios Locos. En mi opinión, necesitaba estar al menos en parte «fuera de mi mente» para poder reclamar una in/disciplina que solo surgió a través de la articulación especulativa.
Quiero enfatizar, sin embargo, que Mad Studies no comenzó solo en un ambiente académico. Durante mi visita a Toronto en el verano de 2006, asistí a una reunión del grupo formado por Lucy Costa, la Mad Students Society (Sociedad de Estudiantes Locos). El día que asistí, el orador invitado fue el veterano activista local Don Weitz. Introduje el término Mad Studies en la lista de correo de la Sociedad de Estudiantes Locos en la primavera de 2008, mostrando cómo se podían realizar Mad Studies compartiendo ideas en las que estaba trabajando para mi presentación en Syracuse. Dado que esta lista de correo llegó a los activistas de la Comunidad Loca, este acto de compartir ideas significó que Mad Studies fuera una invitación y una oportunidad disponible no solo para la comunidad académica, sino también para activistas de base. Tenía la esperanza de que los Estudios Locos como disciplina también prosperaran más allá de los límites de la Academia.
En 2011, se publicó el libro de Margaret Price, Mad at School: Rhetorics of Mental Disability and Academic Life (Locura en la Escuela: Retóricas de la discapacidad mental y la vida académica). El título y el contenido eran, en mi opinión, consistentes con el concepto de Mad Studies como disciplina. Mad at School anunciaba una nueva disciplina y proclamaba la indisciplina como conocimiento válido. En ese momento, yo trabajaba en la Universidad Simon Fraser, gracias a una beca postdoctoral de dos años de duración de los Institutos Canadienses de Investigación en Salud, de la que Marina Morrow era la investigadora principal. En el curso de mi investigación, encontré un artículo de Rebecca Birnbaum, la hija de Morton Birnbaum, el médico y abogado que acuñó el término «sanismo».
En mayo de 2011, presenté el artículo «Sanismo en la teoría y en la práctica» en el segundo taller anual de investigaciones críticas, organizado por el Centro de Estudios de Género, Desigualdades Sociales y Salud Mental de Marina Morrow, en la Universidad Simon Fraser. En este artículo mostré que el concepto de «sanismo» surgió en la intersección de raza, género y locura—como—discapacidad. El concepto de «sanismo» ha sido desarrollado más a fondo por el abogado y jurista Michael Perlin, en The Hidden Prejudice [El prejuicio oculto], (2000). Denominar la ideología que se resiste a la locura como Mad Studies es en sí mismo un importante paso adelante. El acto del habla que da nombre a un fenómeno genera, como postuló J.L. Austin, entidades que no existían previamente como tales.
Desde julio de 2012, no he podido mantener un empleo regular debido a la fibromialgia y la fatiga crónica, así como a crisis mentales continuas. En particular, el dolor ha corroído mi capacidad de pensar. Me invitaron a escribir la introducción al libro Mad Matters: A Critical Reader in Canadian Mad Studies [Asuntos de la Locura: Un Lector Crítico de los Estudios Locos Canadienses](LeFrançois et al, 2013), lo cual no fue posible debido a mis problemas de salud. Es este libro el que comúnmente se considera que pone a Mad Studies en el mapa del mundo de habla inglesa y más allá.
En 2015, me invitaron a dar una presentación magistral en la conferencia Making Sense of Mad Studies [Dar Sentido a los Estudios Locos] en la Universidad de Durham. Como parte de esta presentación, solicité que se levantara la mano para indicar quién apoyaba y quién se oponía a que Mad Studies se convirtiera en una disciplina académica. Los resultados estuvieron más o menos igualados entre quienes preferían que Mad Studies permaneciera fuera de la Academia y quienes veían su futuro dentro de la academia. El otro objetivo de esta encuesta era descentrarme, para subrayar una vez más que Mad Studies es una invitación y una oportunidad.
Durante mi estancia en Durham, Victoria McGowan me entrevistó para Mentally Sound Show [Programa de Salud Mental]. Mencioné que «no todo el mundo […] está contento con Mad Studies en la forma en que está tomando forma. Eso es importante, es importante reconocer las diferencias que existen y dar espacio al disenso». Introducir un nuevo concepto no es solo un motivo para reconocer una contribución, sino también para asignar responsabilidad por las deficiencias. Hay mucho margen, por ejemplo, para que el trabajo interseccional amplíe la diversidad de los Mad Studies.
En esta revisión de su genealogía, he tratado de describir el contexto en el que surgieron diferentes ideas sobre su significado. Estoy encantado de que lo que empezó como una idea loca en mi cabeza, se haya convertido en una idea que está inspirando a un número cada vez mayor de personas a contribuir a los Estudios Locos como una indisciplina.
Notas
- Los miembros del ETC éramos Joy James, Charles Barbour, James Overboe y yo [Richard A. Ingram].
Referencias
Las referencias citadas por la autora en este artículo no se han transcrito en la presente traducción. Para acceder a ellas y profundizar en el estudio del tema, te recomendamos consultar el capítulo original. Ingram, R. A. (2023). A Genealogy Of The Concept Of ‘Mad Studies’. En (Ed.), The Routledge International Handbook of Mad Studies (pp. [93 – 97]). Routledge.