Educación, discapacidad y anarquismo

Revitalización de los sistemas educativos para personas sordas a través del anarquismo. Por Michael Skyer ,*, Jessica A. Scott and Dai O’Brien.

Para correspondencia (mskyer1@utk.edu).
Enviado: 28 de noviembre de 2022 | Aceptado: 5 de marzo de 2023 | Publicado: 25 mayo 2023.

Resumen

La educación para personas sordas es un macrosistema incoherente cuyos subsistemas, por ejemplo, instituciones biomédicas versus socioculturales, se contradicen. Las tensiones no reconciliadas causan estancamiento, no regeneración y un disenso dañino en los subsistemas educativos para sordos.

Para revitalizar la educación para personas sordas, abordar estas contradicciones y eliminar la incoherencia, es necesaria una transformación sistémica de la educación para ellas. Además, argumentamos que puede realizarse mejor a través de teorías y acciones constitutivas del anarquismo. Con este fin, sintetizamos cuatro lugares temáticos donde el anarquismo se alinea abiertamente con construcciones inmanentes en las comunidades sordas.

Primero, el colectivismo es necesario para la supervivencia en las comunidades anarquistas y sordas hacia objetivos compartidos que incluyen la equidad en la educación, el trabajo social y la política.

En segundo lugar, la ayuda mutua es integral: al igual que los anarquistas que trabajan codo con codo, los individuos y grupos sordos exhiben una extraña solidaridad a través de fronteras políticas, culturales, tecnológicas, lingüísticas y geográficas.

En tercer lugar, las tácticas de acción directa se superponen en ambos grupos (anarquismo/comunidad sorda: cuando se enfrentan a amenazas internas o externas, ambas comunidades reúnen de manera efectiva los mecanismos locales para lograr el cambio.

Finalmente, ambos grupos exhiben una obstinada y existencial negativa a ser sometidos o gobernados por extraños. Replantear los dilemas sistémicos en la educación de personas sordas a través del anarquismo es una praxis novedosa y beneficiosa que solo ha sido explorada de forma tangencial. Centrar el anarquismo en la educación de las personas sordas también genera ayuda para las luchas en curso sobre la lengua de signos en las comunidades sordas.

Hacia el horizonte de la igualdad radical, nuestro análisis firmemente anarquista de la educación de personas sordas argumenta que para guiar el cambio del sistema sordo-­positivo el neoliberalismo es inerte y el neofascismo un anatema.

Palabras clave:estudios anarquistas; anarquismo; educación sorda; estudios sordos; democracia y disenso; estudios de discapacidad.

Michael Skyer
Retrato fotográfico de Jessica A. Scott.
Jessica A. Scott
Fotografía retrato de Dai O’brien.
Dai O’brien

Educación para personas sordas: una historia de daños y conflictos

El conflicto define la educación de las personas sordas (Scouten, 1984). La educación para sordos es un macrosistema que consta de subsistemas interconectados, pero conflictivos centrados en la biología, la cultura, el lenguaje, la tecnología, el poder y la política (Bauman & Murray, 2014; Leigh & Andrews, 2017). 

En la actualidad, la investigación sobre personas sordas, incluidos los estudios sordos sobre pedagogía, lingüística de la lengua de signos, alfabetización en salud, etc., exhibe una incoherencia generalizada y objetivos contradictorios (Foster, 2001). Este desacuerdo sobre la sordera puede generar nuevas líneas de pensamiento, pero a menudo causa daño (Skyer, 2021a).

Históricamente, la educación de personas sordas estuvo controlada, no sin una feroz resistencia, por personas oyentes (Dye & TerhuneCotter, 2021; Greenwald, 2021). Los aspectos problemáticos de los sistemas educativos sordos incoherentes se ubican, precisamente, en esta hegemonía no sorda. La yuxtaposición de posturas biomédicas y socioculturales es reveladora. Primero, los puntos de vista biomédicas, reproducidos sin crítica en entornos médicos, hospitales y clínicas, generalmente postulan que la sordera es un flagelo a ser eliminado (Mauldin, 2016; Valente & Boldt, 2016). En oposición, las posturas socioculturales responden críticamente a la injusticia y centran el activismo en personas sordas autodeterminadas (Mauldin & Fannon, 2017; Skyer, 2022). Mientras que la biomedicina puede deshumanizar, los socioculturalistas postulan que la sordera es un testimonio y una fuente de resiliencia y creatividad humana (Bauman & Murray, 2014; Vygotsky, 1993).

Debemos tener muy claros nuestros valores desde el principio: las personas sordas tienen un mérito inviolable. Las personas sordas tienen un derecho inalienable a la agencia, la autonomía y la soberanía en la toma de decisiones educativas (NDC, 2020; Skyer, 2021b). Este conjunto de derechos reemplaza la educación de las personas sordas; sin embargo, nuestro enfoque tiene un propósito. La educación sorda representa en el microcosmos una superestructura totalizadora y un punto de inflexión para otras luchas biológicas, sociales, políticas, lingüísticas y culturales. Si bien las fuentes de los daños contra la sordera cambian, las amenazas, desde la privación del lenguaje hasta la opresión interseccional, son generalizadas y constantes (Glickman & Hall, 2018; Greenwald, 2021; Hiddinga et al., 2020; MogesRiedel et al., 2020; Virdi, 2020).

El audismo es universalmente problemático. Es especialmente atroz, perpetuado contra los vulnerables, incluidos los daños aterradoramente comunes contra las personas sordas que son (por sí solas o en combinación) muy jóvenes, muy mayores, recientemente identificadas, con múltiples discapacidades o que residen en contextos socioeconómicos y geopolíticos precarios (Friedner, 2017; Humphries et al., 2012). 

«Las personas sordas tienen un derecho inalienable a la agencia, la autonomía y la soberanía en la toma de decisiones educativas.»

Un estudio cuantificó los daños causados por la educación convencional contra la infancia sorda midiendo el cortisol, un biomarcador del estrés y la inflamación (Bess et al., 2016). Cuando los investigadores recolectaron muestras de saliva de menores sordos en edad escolar, encontraron volúmenes extraordinarios de cortisol. Los investigadores afirmaron que la infancia sorda «experimentan una mayor vigilancia… fatiga, pérdida de energía y malas habilidades de afrontamiento» (Bess et al., 2016, pp. 1­2).

La infancia sorda se despierta con una ansiedad extrema y muestran una desregulación de la corteza suprarrenal a la par de los adultos que sufren el síndrome de burnout. Si bien esta evidencia es (literalmente) microscópica, sugiere dilemas más amplios.


Justificación de la transformación de los sistemas sordos en relación con las jerarquías injustificables

Creemos que se necesita nada menos que una revolución liderada por personas sordas de la educación sorda para desarraigar la hegemonía de los no-sordos, abordar la incoherencia sistémica y eliminar las principales fuentes de daño. Las personas sordas y las comunidades sordas, afirmamos, deberían tener poder soberano para determinar las operaciones en los subsistemas de educación para sordos. A pesar de nuestras afirmaciones, los estilos de vida de las personas sordas operan constantemente bajo la amenaza del aislamiento social y la dislocación cultural en cada etapa educativa, en cada modelo de implementación, desde la intervención temprana.

Las familias y las escuelas deben usar lenguajes hablados, lenguas de signos o sistemas de signos artificiales, son una metonimia de la lucha política generalizada (Scott & Dostal, 2019; Scott & Henner, 2021). Estos dilemas sobre el lenguaje cruzan el poder, el conocimiento y los valores, centrados en un análisis sobre qué marco axiológico se considera autoritario y quién está subordinado (Snoddon & Weber, 2021). 

Una pregunta hipotética podría ser: ¿La ‘normalidad’ reemplaza a la ‘divergencia’ en importancia? (Davis, 1995, 2013). La pregunta básica que vincula la autoridad, el conocimiento y los valores sobre la sordera también se plantea en los dominios sobre las tecnologías auditivas, lo que representa en representación otra lucha por los derechos de las personas sordas, incluida la autonomía corporal y mental (Aldersley, 2002; Scott et al., 2019).

Dados los daños y las amenazas, es justificable que las personas sordas de todo el mundo se consideren asediadas. Las personas sordas a menudo se encuentran en relaciones antagónicas con fuerzas sociopolíticas que parecen más poderosas que las poblaciones sordas pequeñas pero diversas (Ladd, 2003; Luckner, 2018). Es justificable que las personas sordas necesiten y deseen no solo mecanismos efectivos para resistir los daños, sino también mecanismos efectivos para suplantar los daños con condiciones que fomenten el florecimiento (De Clerck, 2019; Skyer, 2023b).


Una teoría anarquista del poder sordo

Nuestro objetivo declarado es lograr un cambio de sistema liderado por personas sordas en la educación sorda al invertir la dinámica de poder histórica que ha dañado a innumerables personas sordas durante siglos. Este acercamiento al ‘poder de los sordos’ también se refleja en los emoticonos de nuestro título, que muestran gráficamente una expresión en lenguaje de señas reconocida internacionalmente para la misma frase, donde una mano se tapa una oreja y la otra se levanta en señal de protesta. A continuación, exploramos una teoría del poder similar, pero de base anarquista en la educación sorda sobre un nexo de cuatro conceptos dialécticos que requieren un análisis explícito (Vygotsky, 1993).

Primero, examinamos dos teorías opuestas sobre las estructuras de poder sordo: (a) jerarquías, es decir, estructuras verticales de control del sistema, y (b) heterarquías, redes equitativas de responsabilidad compartida (Skyer & Cochell, 2020). Las jerarquías y las heterarquías están muy extendidas en los sistemas educativos sordos. Cada una de las jerarquías y heterarquías puede causar daño o beneficio, dependiendo de las personas involucradas, sus motivos y justificaciones para la acción (Chomsky, 2013). Como mostramos, la hegemonía de los no sordos rara vez es justificable porque la coerción por parte de una élite de poder no sorda muy a menudo da como resultado daños contra las personas sordas (Skyer, 2021b). En fuerte contraste, la cultura sorda suele describirse como colectivista (Grushkin & Brockway, 2020). En este ordenamiento heterárquico, el éxito del grupo sordo es primordial. Este conjunto de valores heterárquicos configura de manera diferente las interacciones educativas en el aula para sordos y otras interacciones sociales en la Cultura Sorda.

Los anarquistas sostienen que las jerarquías son generalmente coercitivas y, por lo tanto, rara vez justificables (Chomsky, 2013; Kropotkin, 1912/1964). Si bien el anarquismo presupone la sospecha de todas las jerarquías, sospechamos específicamente de las jerarquías educativas que pueden ser fuentes de daño no reconocidas. Cherryholmes (1999), por ejemplo, cuestiona la taxonomía de Bloom y socava su compromiso con el ‘supuesto operativo de que el conocimiento científico es jerárquico’ (p. 12). Si bien Bloom disfruta de una influencia generalizada en la educación (para personas sordas), bajo un análisis minucioso, sus principios son problemáticos. Como deja al descubierto Cherryholmes: no hay un conocimiento que sea legítimo y sustituya a todos los demás. En la educación para personas sordas, esto requiere (como mínimo) la conjunción de conocimientos genéricos sobre la enseñanza y el aprendizaje con epistemologías educativas para sordos (Kusters, 2017).

En segundo lugar, proponemos que (c) la autonomía, es decir, la toma de decisiones independiente y sin coacción, y (d) las comunidades intactas fundadas en la toma de decisiones interdependiente son fuerzas sociales complementarias. Generalmente, las personas sordas son miembros de, al menos, dos grupos principales: sociedades mayoritarias no sordas y culturas minoritarias sordas.

«El deseo de las personas sordas de autodeterminarse como individuos no está reñido con el deseo de que existan comunidades sordas diversas.»

En respuesta al mayoritarismo no sordo, las personas sordas se unen, juntan recursos escasos y comparten el poder entre sí. El deseo de las personas sordas de autodeterminarse como individuos no está reñido con el deseo de que existan comunidades sordas diversas. Cualquier comunidad es, por definición, un grupo de individuos que toman decisiones en forma conjunta. De manera similar, los académicos indígenas demuestran que la autorrealización y la actualización comunitaria son fuerzas que se constituyen mutuamente (Blackstock, 2014). La jerarquía apropiada de necesidades de Maslow distorsiona la ideología tribal de las Naciones Blackfoot; opone erróneamente las necesidades y metas de los individuos con las de los grupos sociales (Michel, 2014; Safir, 2020). Rechazamos la idea de que la toma de decisiones comunitaria y autodirigida sea opositora. Además, creemos que la autorrealización sorda está habilitada por la cohesión social existente previamente y depende de la actualización de la comunidad sorda.

En conexión, las personas sordas en todo el mundo a menudo se identifican con perspectivas interseccionales, esto se debe a que las personas sordas a menudo pertenecen a más de una comunidad minoritaria y estas formas de opresión a menudo se entrelazan. Las personas sordas que también son discapacitadas o negras, indígenas, marrones o de color (BIPOC) pueden experimentar múltiples formas de opresión que están interconectadas, incluso cuando las identidades o culturas racializadas se cruzan con la sordera (MogesRiedel et al., 2020). La praxis efectiva en esta coyuntura requiere la colaboración en forma de heterarquía y la hábil unificación de la autonomía y la comunidad.

Nuestra postura anarquista sugiere que en las comunidades sordas, la autonomía y la toma de decisiones comunitaria son mutuamente constitutivas y pueden ser un medio efectivo para subvertir el mayoritarismo de los no sordos y desarraigar las fuentes de daño interseccional. Asimismo, los anarquistas y otros teóricos de la liberación sordos radicales afirman que rechazar el audismo y eliminar el racismo requiere cuestionar sus puntos en común en el capacitismo (Lawyer, 2018; Stapleton, 2016; Yancey, 2023).

Del mismo modo, rechazamos todos los demás ‐ismos sistémicos en la educación sorda, incluido el envejecimiento que posiciona a las infancias sordas como tomadoras de decisiones ‘menores’ o carentes de conocimiento; este y otros ‐ismos a menudo se explotan como justificación para la coerción audista en la escuela.


Posicionalidad autoral

Escribiendo este artículo, intentamos poner en práctica lo que predicamos. Aquí, nuestro objetivo es demostrar nuestros valores a través de un análisis de la posicionalidad en relación con la sordera y otros temas que analizamos (Graham & Horejes, 2017; Saldaña, 2018). Esto puede ayudar a otras académicas que deseen interrumpir y desmantelar todas las desigualdades en la educación de personas sordas.

Nuestras posturas se basan en nuestro pensamiento sobre la investigación en educación, la lingüística, los estudios sordos, los estudios sobre discapacidad y el anarquismo, entre otros conceptos y disciplinas. Aquí, reflexionamos sobre rasgos relevantes que componen nuestras experiencias de vida y puntos de vista sobre la política sorda.

Michael nació en una familia sorda. Es bilingüe en inglés y lengua de signos americana (ASL). También es sordo y vive a pesar de una enfermedad neurodegenerativa. Michael proviene de una clase obrera precaria (EE. UU.). Ha trabajado con comunidades sordas/discapacitadas durante dos décadas. Mientras ha tenido un credo ético, Michael ha sido un anarquista.

Jessica oye y ha aprendido y utilizado ASL durante 24 años. Jessica es una educadora e investigadora que ha trabajado exclusivamente en escuelas y programas de instrucción de ASL. Es heterosexual, cis, blanca y de clase media (EE. UU.). Filosóficamente, está alineada con los pragmáticos estadounidenses (p. ej., Dewey, James), que es una tradición que puede alinearse con los principios anarquistas (Asimakopoulos, 2013).

Dai es sordo. Prefiere la lengua de signos británica (BSL). Dai es un hombre heterosexual, cis, blanco, de origen de clase media (Reino Unido). Si bien ha estado interesado en la política de izquierda y la teoría anarquista a lo largo de su vida adulta, el interés de Dai en explorar los principios anarquistas en las formas de vida de las personas sordas es relativamente reciente, impulsado por la crisis política que se está gestando en el Reino Unido y Europa.


Anarco-Sordera

Nuestra postura anarquista nos obliga a repensar los dilemas de poder y autoridad en la educación de personas sordas. La hegemonía no sorda es una macroestructura mayoritaria de daño basada en jerarquías injustificables. Donde las fuerzas sociopolíticas no sordas superan desproporcionadamente en número a las personas sordas que son minoritarias y marginadas (Skyer, 2021b), existe un ímpetu para reimaginar los sistemas que componen la educación sorda. Los académicos que se oponen a la hegemonía de los no sordos apoyan las transformaciones de la educación para personas sordas dirigidas por personas sordas (Kusters, 2017; National Deaf Center, 2020; O’Brien, 2020; Santini, 2015; Valente, 2011).

Estas críticas analizan dilemas presentes en la educación sorda para converger en reclamos de soberanía educativa, autodeterminación y autonomía. Nos solidarizamos con nuestros colegas sordos de todo el mundo que trabajan para reemplazar sistemas obsoletos y dañinos, construir nuevos caminos para beneficiar a las personas sordas contemporáneas y asegurar que las futuras personas sordas puedan prosperar. Nuestros objetivos son expansivos y enfocados. Incluyen cambios evolutivos para hacer que los espacios para personas sordas sean más humanos y hermosos (Cherryholmes, 1999; Kurz et al., 2021).

También visualizamos una rearticulación optimista de la teleología de la educación sorda (Scott et al., 2023b). En consecuencia, proponemos que el medio más coherente para lograr nuestros objetivos es la expansión del anarquismo en los estudios sordos.

De ahora en adelante, nuestro análisis de la anarco­sordera consta de cuatro partes: colectivismo, ayuda mutua, acción directa y la negativa a someterse (ver Figura 1). Estos se refieren a las interrelaciones entre (a) sub/sistemas de educación para personas sordas, que hemos introducido. A continuación, los yuxtaponemos junto con (b) las teorías, la ética y las acciones (‘praxis’) del anarquismo. Como los anarquistas clásicos, estamos interesados en el pasado y el futuro (Horowitz, 1964, citando a Bakunin, Malatesta y Kropotkin); sin embargo, no solo teorizamos períodos de tiempo distantes. El anarquismo no es una meta lejana. Podemos ‘hacer anarquismo’ para revitalizar los sistemas educativos sordos ahora mismo.


Tesis

La Cultura Sorda ya está imbuida de principios anarquistas; además, sintetizar la anarco-sordera ayuda mutuamente a anarquistas y grupos de sordos. En lugar de consolidar una autoridad externa ‘de arriba hacia abajo’ o una socialdemocracia ‘de abajo hacia arriba’, situamos un análisis de adentro hacia afuera para explorar un locus radical y emic del poder sordo hacia el cambio del sistema educativo para personas sordas (Kusters et al., 2017; Skyer, 2021b). 

En términos generales, postulamos que el único medio para reconciliar la incoherencia sistémica en la educación sorda es a través de una transformación sorda, que puede ser asistida a través de la praxis anarquista. Para explorar adecuadamente esta idea, presentamos brevemente el anarquismo y luego lo vinculamos con los cambios y dilemas en la educación de personas sordas. Luego, en la siguiente sección, exploramos nuestra tesis de cuatro maneras, utilizando los cuatro subtemas que ilustran las conexiones entre el anarquismo y los estudios sobre sordos.


Anarquismo

El anarquismo no es una cosa, sino muchas. Sus teorías y aplicaciones, al igual que sus teóricos y activistas, son globales y diversos (Gelderloos, 2010). Lejos de ser poco práctico o imposible, el anarquismo es un conjunto de ideas profundamente útil (Asimakopoulos, 2013). La praxis anarquista interpreta positivamente conceptos como la autoorganización y desbarata acciones dañinas como la violencia estatal tiránica (CrimethInc, 2017; Proudhon, 1849). 

El anarquismo se diferencia del comunismo, el socialismo y otras posturas melioristas en la medida en que los anarquistas creen que, para transformar la sociedad, las relaciones sociales dominantes deben ser expulsadas por completo (Bookchin, 2005). No podemos atender a todas las variaciones, pero enfatizamos que el anarquismo es plural, con una larga historia internacional que incorpora muchos éxitos. Como señala Horowitz (1964, p. 60), los anarquistas están fundamentalmente interesados en transformar la sociedad: «El anarquismo es un argumento de perfección contra un mundo imperfecto. Es una fuerza creciente de asociaciones voluntarias para lograr el rejuvenecimiento».


Educación Sorda y Anarquismo

El anarquismo aporta conceptos útiles para teorizar la educación (DeLeon, 2008; Suissa, 2010). Esto incluye problemas latentes en la educación sorda (O’Brien & Emery, 2023).

Skyer (2021b, págs. 420–421) escribe:

«El anarquismo es una crítica de la relación fallida del Estado con el pueblo. Esta enfatiza las redes locales, la ayuda mutua, y la acción directa, porque el estado no proporcionó esos bienes a las comunidades minoritarias. Los ‘fracasos’ de la educación sorda no son fracasos de educadores sordos individuales, estudiantes sordos o comunidades sordas. En cambio, son fracasos de los sistemas educativos que no están dispuestos a responder a las necesidades concretas de las personas sordas.»

El Estado no es el único problema, ni el Estado es una cosa; sin embargo, el estado, incluidas las leyes que regulan la educación, es una fuerza dominante que, de manera demostrable, pone en peligro a las personas sordas (Skyer, 2019). Más adelante, volvemos a estas ideas. Actualmente, nos apresuramos a señalar que los sistemas fallidos dirigidos por el estado a menudo son eludidos por estudiantes sordos autoorganizados, educadores y la comunidad sorda en general. Esta historia de poderes sordos heterárquicos comprende el subtexto de lo que sigue.


Cuatro subtemas

Para explorar nuestro argumento principal, sintetizamos cuatro lugares superpuestos donde la praxis anarquista se alinea expresamente con construcciones inmanentes en las comunidades sordas. Cada uno se explica a través de ejemplos de personas sordas que han tomado y ejercido el poder en la educación y la investigación sorda (Harris & Loeffler, 2015).

El colectivismo es necesario para la supervivencia en las comunidades anarquistas y sordas

Al igual que los anarquistas, las personas sordas confían en sí mismas, en su propio ingenio y en su papel en comunidades más amplias para lograr objetivos compartidos, incluida la equidad en la educación, el trabajo social y la política (Hall et al., 2016). En esto, los deseos de interdependencia comunitaria, individualismo y autonomía son coherentes, no contradictorios. Los anarquistas y las personas sordas colaboran para aumentar la probabilidad de sobrevivir como individuos y prosperar en comunidades (Horowitz, 1964). Por ejemplo, Bookchin (2005) cita esfuerzos cooperativos anarquistas entre grupos discapacitados y no discapacitados en su teoría de la ecología social para demostrar la macroestructura de las relaciones humanas. 

Al igual que los anarquistas que trabajan codo con codo, los grupos de personas sordas exhiben una extraña solidaridad que trasciende las fronteras sociales tradicionales. El cuidado comunitario sordo existe a través de cambios considerables en las estructuras geográficas, temporales, tecnológicas, políticas y socioculturales (De Meulder et al., 2019; Murray, 2008). Ladd (2003) y Holcomb (2012), describen cómo las personas sordas construyen culturas colectivas y se apoyan mutuamente si enfrentan coacción. Lindsay (2022, p. 186) examina cómo los dueños de negocios sordos contratan deliberadamente a otras personas sordas y brindan ‘oportunidades para desarrollar sus habilidades y progresiones profesionales significativas’. Se requiere colectivismo cuando las personas sordas conversan en lengua de signos. 

La Cultura Sorda adopta tanto el colectivismo que existe un estilo vernáculo de arquitectura llamado DeafSpace [accesibilidad auditiva]: edificios enteros se manifiestan según el principio de ‘preocupación por el bienestar de los demás’ (Bauman, 2014, p. 388). La investigación sobre proxémica muestra que conversadores sordos realizan un esfuerzo colectivo para cuidar el bienestar físico de los demás mientras navegan por entornos arquitectónicos (Bauman, 2014; Sirvage, 2015). En otra parte, Kusters (2009) informa sobre el cuidado comunitario negociado en vagones de tren entre la ciudadanía sorda de Mumbai (India), donde se mantienen espacios sordos positivos para proteger el bienestar físico y social. En educación, Kusters (2017) también muestra que el profesorado sordo siente una responsabilidad intergeneracional hacia sus estudiantes sordos. La investigación sugiere que esta ética del cuidado permite y define la cohesión de la comunidad sorda (Emery, 2016).


La ayuda mutua es integral en campamentos de sordos y anarquistas

La ayuda mutua es una teoría anarquista de asistencia relacional que se da libremente, es recíproca, voluntaria y activa. Kropotkin (1902/2021), quien la definió, escribe: «La ayuda mutua es el fundamento real de las concepciones éticas [humanas]» (p. 227). Kropotkin muestra que la asistencia equitativa requiere dar y recibir, y beneficia a los socios de manera diferente. Kropotkin incluso cita esfuerzos cooperativos entre personas discapacitadas y no discapacitadas. La ayuda mutua es solidaridad comunitaria. Actúa contra las jerarquías dañinas y hacia heterarquías armoniosas en espacios sordos y anarquistas. Citamos dos ejemplos transnacionales. 

Primero, el Congreso de Académicos e Investigadores Sordos (https://dac2023.com/dac) es un grupo de investigación formal cuyos miembros son todos personas sordas. Las unidades locales y las organizaciones asociadas del Congreso de Académicos e Investigadores Sordos se encuentran en todo el mundo y apoyan a los académicos sordos que producen y comparten investigaciones científicas sobre la sordera a través de las fronteras nacionales y los sistemas de gobierno. 

En segundo lugar, a través de una pluralidad de lengua de signos y sitios, la Federación Mundial de Sordos (WFD; https://wfdeaf.org) es otro grupo de afinidad de personas sordas transnacional y conectado a nivel mundial que se esfuerza por ayudar a otras personas sordas.

Reconocemos que no todos los partidos de las redes mutualistas de personas sordas deben tener la misma forma o cantidad de poder. Sin embargo, argumentamos en contra de la asistencia caritativa, donde las personas sordas se posicionan como impotentes (Vygotsky, 1993). La asistencia no mutua requiere que las personas sordas actúen como receptores pasivos de ayuda externa que puede no ser necesaria o deseada. Esto es coerción. La ayuda misionera y el trabajo social gubernamental rara vez operan sobre principios mutuos. La ayuda misionera y el trabajo social gubernamental rara vez operan sobre principios mutuos. En los espacios para sordos, pueden dañar a las personas sordas indígenas a través del paternalismo, el audismo y el colonialismo literal combinados (Skyer & Cochell, 2020). 

La evidencia muestra que la Iglesia de Inglaterra frecuentemente interrumpe los espacios religiosos inconformistas centrados en personas sordas (Ladd, 2003; Lysons, 1965). Carecemos de investigación básica sobre las relaciones de explotación entre la religión, la caridad y el imperialismo en las comunidades sordas, pero nuestras experiencias sugieren que su papel en la historia de las comunidades sordas es importante y debe investigarse desde un punto de vista anarquista. Hacerlo, probablemente, revelaría otras jerarquías injustificables, incluida la subordinación del conocimiento de Dios de las personas sordas a través de la escritura (Skyer, 2023a).

«La ayuda mutua existe en las comunidades sordas bajo diferentes formas.»

La ayuda mutua existe en las comunidades sordas bajo diferentes formas. Por ejemplo, ‘deaf-gelt’ es ‘un talento, habilidad o cualidad conductual que podría beneficiar a toda la comunidad’ (Ladd, 2003, p. 340, énfasis en el original). Las personas sordas con fuertes habilidades de escritura pueden ayudar a otras personas que poseen habilidades diferentes. Entre personas sordas, el trabajo de traducir una carta podría compensarse con una comida y una conversación compartida en lengua de signos. Esta táctica mantuvo los intercambios de ayuda dentro de las comunidades sordas y no sordas a través del trabajo de personas ajenas, como intérpretes contratados que no eran sordos. En general, la ayuda mutua para personas sordas existe y puede expandirse en las comunidades sordas; asimismo, entre sordas y grupos anarquistas.

En nuestra conclusión, discutimos la tensión entre el acceso y la inaccesibilidad en los espacios activistas, que pueden impedir la ayuda mutua y sugerir medios para eludirla.


Redes de acción directa que utilizan la superposición de poder local en grupos sordos y anarquistas

Un tercer lugar de interés donde el anarquismo y la sordera se superponen son las aplicaciones de poder intenso a través de la acción directa. La acción directa aprovecha a los grupos subordinados pero determinados contra enemigos mucho más poblados o poderosos. Los ejemplos de acción directa anarquista incluyen la Comuna de París de 1871, la Revolución española de 1936, la Batalla de Seattle de 1999 y los combatientes de Rojava (YPG) en la Siria contemporánea. Cuando se enfrentan a amenazas o incursiones de extraños, los grupos de personas sordas también reúnen redes locales y consolidan su poder. La acción directa apoya a pequeños grupos de personas sordas autodeterminadas para que se conviertan en fuerzas tácticas más fuertes capaces de resolver dilemas locales específicos.

La acción directa tiene una larga historia en la educación de los sordos. Emery (2016) postula que la acción directa es una característica (no un «error») de la cultura sorda. Al escribir esta sección, descubrimos que teníamos demasiados ejemplos para elegir. Por lo tanto, nos enfocamos solo en las acciones directas de base instigadas por la juventud sorda que tiene un poder heterárquico autoorganizado y agitaron con éxito por cambios políticos específicos.

«En acciones directas, las personas sordas se organizan, luchan y ganan.»

En acciones directas, las personas sordas se organizan, luchan y ganan contra burócratas políticos arraigados, élites corporativas o legisladores desinformados hostiles a las formas de vida sordas. El ejemplo más famoso ocurrió en 1988. Deaf President Now! fue un exitoso conjunto de acciones directas en la Universidad de Gallaudet (EE. UU.), La única universidad para personas sordas del mundo. Deaf President Now! [¡Presidente sordo ya!] fue un torrente orgánico de disidencia contra el Consejo de Administración que nombró a un presidente no sordo sobre un candidato sordo igualmente calificado. En respuesta, los estudiantes organizaron varias acciones directas, incluido el uso de cadenas humanas y un bloqueo de autobuses, a lo largo de semanas de presión implacable contra la junta, que finalmente admitió la derrota. Posteriormente, se confirmó al primer presidente sordo de la Universidad de Gallaudet, I King Jordan (Jankowski, 1997).

Deaf President Now! ejemplifica una variedad no violenta de la comunidad sorda de la táctica anarquista llamada ‘propaganda del hecho’, que se define como una acción directa exitosa de alto perfil que inspira un conjunto de acciones posteriores. Deaf President Now! continúa animando al alumnado sordo a levantarse y derrocar las condiciones materiales injustas. Discutimos dos casos recientes a continuación.

En 2011, hubo un cierre repentino e injusto de las 4201 escuelas en Nueva York (EE. UU.), que atienden a la juventud sorda, ciega y discapacitada (Kappen, 2011; Santini, 2015).

En respuesta, el alumnado de Primaria y Secundaria lideró la rebelión de la comunidad. Durante 2011, Michael fue maestro de salón en una escuela de las 4201. Aplaudió a su alumnado de Secundaria sordo que se solidarizó con la infancia sorda en el gimnasio de la escuela y firmaron cánticos de protesta contra el Estado y contra la austeridad en ASL. Con el apoyo posterior de otros docentes de aula, administradores y familias, el alumnado sordo organizó un convoy de autobuses que transportó a cientos de estudiantes de una docena de escuelas al capitolio estatal. Al final de las acciones, se revirtieron los recortes presupuestarios y se restauró la financiación completa (Huntley, 2011).

En segundo lugar, en 2021, un grupo de estudiantes de Secundaria en un instituto residencial de educación para personas sordas en Georgia (EE. UU.) protestó por la selección de un superintendente blanco, oyente que no hablaba ASL con fluidez. A través de eventos coordinados de acción directa, la juventud sorda derrocó con éxito al líder interino. La acción directa eventualmente dio como resultado la contratación de un nuevo superintendente sordo (Scott et al., 2023a). Uno de los líderes de la protesta de estudiantes sordos latinos, Trinity Arreola, «se inspiró para hablar en contra del audismo y el racismo… por protestas anteriores en la Universidad de Gallaudet».

Como muestran estos otros ejemplos, las personas sordas usan efectivamente la acción directa para rebelarse y obligar a las instituciones y gobiernos a abordar las crisis educativas locales. A través de una unidad de propósito, la acción directa consolida el poder de las personas sordas e inspira cambios futuros.


Los grupos sordos y anarquistas se niegan existencialmente a ser sometidos

Nuestro tema final es la negativa a ser sometido por amenazas existenciales o gobernado por extraños. Aquí, nos enfocamos en cómo los organizadores de la comunidad sorda preservan y enriquecen las lenguas de signos cuando están amenazados por la hegemonía de los no sordos en la intersección de la investigación, la política y la educación.

Nuestra postura anarquista sobre el poder de las personas sordas nos obliga a discutir relaciones complejas, incluidos los conflictos de autonomía y la coerción entre las personas sordas, las lenguas de signos y el personal que opera los sistemas educativos. Nos enfocamos en la hostilidad de los legisladores no sordos que no signan y los dilemas de poder entre las personas sordas y los intérpretes de lengua de signos en las escuelas. Por último, analizamos las ideas tóxicas sobre la lengua de signos provenientes de investigadores no sordos y los contraargumentos de profesionales sordos que se niegan a ser sometidos.

La persistencia de las lenguas de signos es el resultado tangible de la subversión sorda. La historia sorda es en gran parte una historia de personas sordas que se resisten a las figuras de autoridad no sordas que son hostiles a las lenguas de signos. En la Rusia soviética, a pesar de las regulaciones de arriba hacia abajo que excluyeron a los firmantes, las personas sordas firmaron de manera subversiva en las escuelas (Shaw, 2017). Vygotsky (1993), quien estudió el tema, escribió: «Es imposible prohibir la lengua de signos. Puede que esté prohibido, y sus usuarios castigados, pero esto no significa que esté derrotada» (p. 90). Más recientemente, una masa crítica de alumnado sordo se reunió en Nicaragua en lo que se suponía sería una nueva escuela que había prohibido la lengua de signos (Senghas et al., 2005). A pesar de esta filosofía, una coalición de alumnado sordo construyó una novedosa lengua de signos en una acción de rebelión lingüística (Senghas & Coppola, 2001).

«El Registro de Intérpretes para Sordos está dirigido por una mayoría no sorda.»

De alguna manera, la relación entre los clientes sordos signantes y los intérpretes de lengua de signos que no son sordos es de dependencia. Originalmente, determinar la calidad de la interpretación de la lengua de signos era una tarea examinada por personas sordas (Garrett & Girardin, 2020). Personas sordas lideraron la formación de intérpretes de lengua de signos. Las personas sordas determinaron si los intérpretes estaban calificados o no (Hall et al., 2016). Cuando se formó el Registro de Intérpretes para Sordos de EE. UU. (RID; https:// rid.org), marcó el fin del control de calidad de los intérpretes dirigido por personas sordas. Actualmente, está dirigido por una mayoría no sorda; hasta donde sabemos, menos de un tercio de sus son sordos. Al diseñar esta estructura, el poder de evaluar a los trabajadores de la lengua de signos se tomó de las comunidades sordas y se otorgó a personas externas no sordas (Wright, 2019). En un conflicto en curso sin resolución, estadounidenses sordos luchan por ganar poder en RID. Como Hall et al. (2016) y Caselli et al. (2020) afirman, directa o inadvertidamente, que los intérpretes de lengua de signos pueden contribuir a la opresión audista sistémica y recapitular la violencia epistémica.

El poder sordo se está expandiendo en las esferas profesionales modernas como un contrapeso necesario para las teorías y metodologías auditivas problemáticas (Young & Temple, 2014).

Investigaciones realizadas por científicos sordos, como MogesRiedel et al. (2020), Glickman y Hall (2018), Henner et al. (2021), Gulati (2019), Humphries et al. (2012, 2022), y otros, muestra que con suficiente exposición a los modelos a seguir de personas sordas signantes, la infancia sorda experimenta la adquisición del lenguaje natural. Por el contrario, la privación de la lengua de signos y el daño cerebral son causados por personas que retienen la lengua de signos (Scott et al., 2023b; Singleton & Newport, 2004).

La investigación dirigida por personas sordas subvierte jerarquías injustificables como las ideologías discursivas fonocéntricas (Skyer, 2021b). Nuestra postura anarquista aclara: cualquier jerarquía basada en capacitismo o audismo es injusta y debe ser rechazada. Centrar la praxis anarquista ayuda a investigadores sordos que desean un cambio de sistema en la educación sordo y genera ayuda para las luchas en curso sobre la autodeterminación de personas sordas y la revitalización cultural y lingüística a nivel comunitario. Como escribe Jankowski (1997, p. 46), «debido a que el lenguaje de señas era compartido por personas sordas y no por la sociedad dominante, esta diferencia naturalmente unió a las personas sordas y fomentó una comunidad sorda autogobernada».


Abraza la anarco-sordera

Que las instituciones biomédicas y socioculturales de educación sorda sean incoherentes es una fuente de daño. Este impedimento para el progreso es el resultado de siglos de aplastante opresión contra las personas sordas y una notable historia de lucha sorda que involucra el colectivismo, la ayuda mutua, la acción directa y una tenaz negativa a someterse. Las luchas por el poder dirigidas por personas sordas han frenado e incluso revertido la hegemonía de los no sordos: esta subversión debe explorarse y expandirse.

La biomedicina es la principal fuente de hegemonía no sorda. Al posicionar la sordera como ‘desviada’, se patologiza a las personas sordas (Namboodiripad & Henner, 2022).

La biomedicina afirma ser ‘fáctica’ y ‘objetiva’, pero tácitamente aprueba la muerte cultural y lingüística (Skyer, 2023b). Tiene la mayor capacidad de daño contra la sordera (Scott et al., 2023b). La biomedicina concomitantemente: (a) carece de evidencia de que la lengua de signos cause daño, (b) niega el papel habilitante prosocial de las lenguas de signos en la educación sorda y (c) se niega a aceptar evidencia innegable sobre los beneficios de la lengua de signos (Glickman & Hall, 2018; Scott & Henner, 2021; Scott & Hoffmeister, 2017).

Las posturas biomédica y sociocultural no son puntos de vista opuestos; no se pueden reconciliar. Es imposible comprometer la opinión de que las personas sordas son médicamente deficientes o inferiores. Somos enfáticos: la hegemonía de los no sordos no se puede reformar, solo abolir. Las personas sordas pueden beneficiarse de profundizar un compromiso con la praxis anarquista en las luchas contra la dominación social y la injusticia educativa. Existen numerosas posturas acerca de los mecanismos de cambio en la educación de las personas sordas.

«Los tradicionalistas desean mantener el rumbo.»

Los reformadores desean un cambio incremental. Los atavistas revocan el cambio. No nos conformamos con estas opciones. Nuestra síntesis sordo-anarquista apoya de manera única la transformación de la educación sorda dirigida por personas sordas. Lo anterior muestra por qué esta confluencia es importante para la investigación. Los análisis restantes sugieren cómo puede ocurrir. En todo momento, nuestro objetivo es una praxis que recuerda tanto la lucha sorda por el poder como las acciones anarquistas exitosas.

Nuestros argumentos se construyen con el entendimiento de que nuestros principios y conclusiones básicos pueden ser rechazados. Sin embargo, nos parece necesario colaborar y comprometernos con la teoría anarquista. ¿Por qué? Para trastornar los sistemas arraigados. Combatir jerarquías nocivas e injustificables. Para eliminar la coerción. Damos la bienvenida al debate, incluso al desacuerdo fuerte. La disensión mostraría que la anarco-sordera tiene posición. El disenso puede beneficiar a la comunidad sorda al elevar los puntos de vista émicos contrarios e informar a las personas sordas sobre los paralelismos entre las luchas sordas y anarquistas para transformar la sociedad (Rancière, 2010; Skyer, 2021a). A pesar de los riesgos marginales, somos firmes: es necesario que las personas sordas lideren la transformación de la educación para personas sordas.


Escepticismo de la democracia

Nuestros argumentos sordo-­anarquistas contrastan fuertemente con los sistemas de educación para personas sordas basados en la democracia; además, requieren el escepticismo de la democracia (Rancière, 2010), específicamente, el papel y las motivaciones del estado en la educación (sorda) (DeLeon, 2008). La democracia es compleja y está llena de tensiones y ambigüedades sin resolver. La mayoría de los no anarquistas consideran que la democracia es un enfoque defectuoso pero ‘menos malo’ para manejar los asuntos humanos. 

En los EE. UU. y el Reino Unido contemporáneos, con los que nosotros (los autores) estamos más familiarizados, la democracia se vende como una política bipartidista de oposición (CrimethInc, 2017). Donde la izquierda tiene liberales y neoliberales (demócratas, laboristas, etc.) que apoyan un grado de libertad social, desregulación y capitalismo de libre mercado, la derecha tiene conservadores y neoconservadores (republicanos, tories, etc.) que favorecen el tradicionalismo, el nacionalismo y el control autoritario. Estas ideas se basan en el prejuicio, la xenofobia y el fascismo antisocial al acecho.

Los anarquistas entienden que la democracia tiene fallas mortales. La oposición entre las ‘alas’ es incidental, afirman los anarquistas, en medio de la opresión totalizadora basada en el estado.

En contraste con el modelo de ‘herradura’, respaldamos la metáfora del ‘trinquete’ como la más adecuada. En esto, el movimiento hacia la derecha es inevitable y la fuerza hacia la izquierda se reserva para breves interludios de resistencia (Skyer, 2023a). Si bien una revisión integral de la democracia está fuera de nuestro alcance, dos resultados parecen generales para todas las democracias. En primer lugar, el pueblo constituye el Estado. Pero, en segundo lugar, el Estado tiene prioridad sobre el pueblo.

Somos escépticos. Dudamos que el Estado quiera o incluso pueda representar a un pueblo, mucho menos a una población sorda que sistemáticamente se niega a entender (Skyer, 2019). También sostenemos que el Estado se basa en operaciones amorales y poco éticas de mayoritarismo y coerción emprendida en nombre de la democracia (Boorstin, 1975; Rancière, 2010). Estas operaciones impactan a las personas sordas de maneras específicas.


Personas Sordas versus Estado

El contexto de la democracia es importante en un cambio del sistema educativo para personas sordas porque la mayoría de la investigación sobre la educación sorda proviene (y está limitada por) cánones tradicionales de Europa Occidental. Esta historia de doscientos años está dominada por hombres blancos no sordos que han construido una justificación ‘científica’ para la dominación social contra las formas de vida sordas. Esta investigación está, sutil o abiertamente, alineada con el mayoritarismo que, por su diseño inherente, abruma por la fuerza a las minorías disidentes.

Nuestro modelo anarco-­sordo se basa en la idea de que existen límites fundamentales para la educación sorda a través del gobierno democrático-­estatal de la educación sorda. Las regulaciones estatales de arriba hacia abajo para las escuelas para personas sordas basadas en la continuación de la hegemonía de los no sordos o que la dan como resultado están fundamentalmente en desacuerdo con la libertad y la autodeterminación de la comunidad sorda (Bookchin, 2005; CrimethInc, 2017; NDC, 2020). La democracia estatal tiene repercusiones dañinas específicas y consecuencias negativas en la educación de personas sordas, incluidos, entre otros, daños lingüísticos generalizados y negligencia educativa contra la juventud sorda vulnerable. 

Encontramos que el Estado no resuelve los dilemas sistémicos, pero a menudo causa y mantiene daños estructurales generalizados contra las personas sordas y las formas de vida de las personas sordas. El Estado no puede otorgar ni garantizar la libertad. Todas las personas, incluidas todas las personas sordas, ya son libres pero requieren autodeterminación y ausencia de opresión para ejercer esa autonomía. Como partidarios de las ideologías anarquistas, no apoyamos los marcos de poder otorgados por el estado. Esto incluye el control democrático de las escuelas para personas sordas y las tradiciones de investigación, que a menudo son jerarquías dañinas que operan bajo la apariencia de benevolencia.

La ‘inclusión’, por ejemplo, generalmente no se problematiza, pero postula tácitamente un ‘grupo interno’ que monopoliza el poder y otorga solo pequeñas concesiones para tolerar al otro.


El Estado y las Personas Sordas

Aquí hay otra contradicción que queremos resaltar: las personas sordas dependen de la ayuda estatal. Algunos lo hacen por el acceso fundamental a la alimentación y la vivienda, otros por el acceso a la educación. En los EE. UU. y el Reino Unido, hay enclaves de personas sordas que confían en el estado como garante del acceso a los asuntos gubernamentales, la educación, los mercados y los lugares de trabajo. La Ley de Igualdad, la Ley de Acceso al Trabajo (Reino Unido) y la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (EE. UU.) son construcciones legislativas que configuran y monetizan la accesibilidad de las personas sordas. Dicho de otra manera, estas leyes integran la discapacidad en un esquema que apuntala el capitalismo de mercado. 

Sin embargo, en el Reino Unido, la campaña política de personas sordas más grande y exitosa da como resultado el reconocimiento oficial de BSL. Organizados por la Federación de Personas Sordas (FDP), fundada en 1997, los FDP son activistas voluntarios sordos que estaban agotados por el estancamiento de la burocracia y las organizaciones nacionales de personas sordas que no lograron resolver un gran dilema existencial sobre BSL. El FDP organizó eventos de acción directa en Londres e inspiraron acciones más pequeñas en Bristol y Wolverhampton, consistentes en bloqueos de carreteras y sentadas en solidaridad con el Frente de Liberación de Personas Sordas (DLF). El resultado de esta presión sostenida fue el reconocimiento gubernamental oficial de BSL como idioma. Esta victoria fue un gran paso adelante que sorprendió a las organizaciones sordas tradicionalistas al darse cuenta de que había un apetito por la política radical (Beschizza et al., 2015; Emery, 2016).

Somos muy conscientes de esta contradicción: los anarquistas rechazan el Estado, pero también viven en democracias estatales y pueden confiar en el Estado de una forma u otra. Mientras los anarquistas trabajan para abolir el Estado, la mayoría todavía vive en estados. Mientras tanto, pueden impugnar acciones específicas del Estado. Si no pueden abolir la violencia del estado hoy, entonces, en cambio, hoy podemos exigir que el Estado haga más bien y menos daño. Este argumento hacia el anarcopragmatismo dentro y fuera de la educación de los sordos no es una contradicción fundamental.

Si bien dos de nosotros (Michael y Dai, sordos) entendemos que el estado apoya nuestra supervivencia, nuestra postura no se cumple con la mera supervivencia. No estamos contentos con el ‘acceso’ a un gobierno capacitista o mercados y escuelas ‘inclusivos’. Estos son ejemplos de las muchas jerarquías injustificables que las personas sordas autodeterminadas deben desterrar, trabajando para reconstruir la educación sorda desde adentro hacia afuera.


Desafíos al sintetizar una literatura ausente

Dada la escasez de literatura, nuestro texto sintetiza y explora la evidencia que vincula la sordera, la discapacidad y el anarquismo. Encontramos problemas únicos debido a la investigación previa limitada sobre esta confluencia de ideas. Como resultado, examinamos muchas construcciones populistas de izquierda (Mouffe, 2018), que profesan trascender las fallas en las democracias modernas, incluidos los estudios sordos de libertarios clásicos, socialistas democráticos y comunistas. También traemos evidencia de nuestras experiencias recordadas como docentes e investigadores. 

Obtenemos una riqueza incomparable de la ‘Literatura gris’, que incluye diversas charlas TED, discursos de tribuna, revistas y Google Drive de documentos almacenados en caché que describen y analizan la subversión y la ayuda mutua en la educación sorda. Lejos de ser un detrimento, esta literatura ‘gris’ fue un activo importante. Como personas sordas, los anarquistas apoyan la salida a la superficie de historias ‘no escritas’ marginadas; Asimismo, ambos grupos rechazan la vigilancia que a menudo refuerza la marginalidad (Harris & Loeffler, 2015).

Encontramos poca investigación sorda explícitamente sobre el anarquismo (O’Brien & Emery, 2023; Skyer, 2021b). Ampliamos nuestra revisión a la literatura anarquista y los estudios de activismo de personas con discapacidad, pero encontramos poca participación directa en la praxis anarquista sorda. El Routledge Handbook of Disability Activism (Berghs et al., 2020), por ejemplo, nunca menciona el anarquismo y solo tiene un capítulo sobre el activismo sordo. Al ampliar nuestro enfoque, encontramos tratamientos de la discapacidad en algunos marcos anarquistas (Ben both Moshe et al., 2009) y referencias oblicuas a la discapacidad en textos anarquistas clásicos.

«Malatesta: «Los cojos, los débiles y los ancianos deben ser sostenidos».»

En este último, encontramos terminología obsoleta y síntesis insuficiente. Bookchin (1982) amplió el impulso humano por la igualdad para incluir a las personas discapacitadas en sociedades prealfabetizadas. Él escribe: «Siempre que sea posible, la sociedad compensará las enfermedades de los enfermos, discapacitados y ancianos, tal como lo hará con los muy jóvenes [que dependen] de los adultos» (p. 109). Malatesta (1884) también observa que el apoyo social a los discapacitados en las sociedades anarquistas es vital: «Los cojos, los débiles y los ancianos deben ser sostenidos por la sociedad, porque es deber de la humanidad que nadie sufra. Nosotros también envejeceremos, o podríamos volvernos lisiados o débiles, al igual que nuestros seres queridos». Esto anticipa claramente la afirmación posmoderna de que, eventualmente, todos seremos discapacitados (WAAD, 2022).

Una línea convincente de pensamiento sobre el igualitarismo radical nos llegó de los estudios sobre discapacidad, incluidos Ben-Moshe et al. (2009) y Davis (2013) quienes describen la discapacidad en términos de diversidad biocultural. Bauman y Murray (2014) apoyan de manera similar el trabajo cooperativo entre grupos de personas con diversas discapacidades, incluidos los beneficios intrínsecos y extrínsecos provenientes de las formas de vida de las personas sordas. Esta perspectiva se aparta e invierte las suposiciones capacitistas de que las personas sordas y discapacitadas dependen completamente de otras personas sin discapacidades (incluidos los gobiernos) para sobrevivir, y apoya el trabajo cooperativo de las personas sordas y discapacitadas en subculturas que pueden prosperar en ausencia de normas sociales autoritarias y jerarquías capacitistas.


Ampliando la praxis de la anarco-sordera

Hasta ahora, hemos analizado cómo las personas sordas ganan con el anarquismo, luego nos enfocamos en cómo los anarquistas pueden corresponder.

Como académicos sordos, Michael y Dai encuentran que participar en la política anarquista tradicional es una carga. Es difícil ‘hacer anarquismo’ aislado de las redes y movimientos por las barreras del idioma. Las personas sordas pueden encontrar que los puntos de entrada al anarquismo están doblemente limitados por el lenguaje: primero, porque la mayoría de los anarquistas no saben lenguas de signos; y segundo, porque la mayor parte de la teoría anarquista está escrita en inglés. No todas las personas sordas tienen las mismas competencias de alfabetización y muchas personas sordas globales nunca aprenderán inglés (Knoors & Marschark, 2015).

Los anarquistas que profesan una ética basada en la igualdad radical deberían preocuparse fundamentalmente por las situaciones difíciles de las personas discapacitadas. Se necesita una acción directa mutualista. Las traducciones de textos anarquistas a las lenguas de signos locales son bienvenidas. Las reuniones radicales mejorarán para las personas sordas cuando estén presentes intérpretes aliados. Michael recuerda una manifestación callejera reciente a la que un intérprete hizo señas y caminaba hacia atrás para facilitar el acceso a las personas sordas y al alumnado sordo que estaban presentes. También damos la bienvenida a aliados no sordos, docentes, investigadores, intérpretes y organizadores comunitarios de mentalidad radical para colaborar con las personas sordas sin paternalismo, coerción o jerarquía. Para los estrategas, postulamos esta noción incendiaria: la policía ha convertido las señas manuales en armas para el combate callejero, pero las lenguas de signos auténticas serían un medio de comunicación ideal y encubierto.

Si bien escribir este artículo fue un ejemplo de la praxis anarco-sorda, el trabajo debe continuar. Nuestros esfuerzos demuestran formas productivas de pensamiento de intercapacidad, agitación basada en la solidaridad entre personas sordas y no sordas y redes académicas transnacionales. Sería instructivo aprender de otros equipos anarco-sordos en otros lugares. Esto debe incluir perspectivas interseccionales, conscientemente edificantes, que pueden revelar nuevas formas de agitación y organización de la comunidad sorda. Los análisis cuidadosos de las subculturas y microcomunidades sordas pueden revelar si el anarquismo puede resolver las intersecciones de capacitismo o jerarquías basadas en divisiones raciales, de género, de estratificación económica o de clase. Para abordar una literatura ausente, estas y otras contranarraciones deben documentarse.


Conclusión

Anarco-sordera y cambio de sistema liderado por personas sordas

Analizar los dilemas sistémicos en la educación de las personas sordas a través de la praxis anarquista es un enfoque novedoso hacia la transformación dirigida por personas sordas en la educación sorda. El poder sordo no es otorgado por el Estado. No se construye a través del consenso democrático, sino de la lucha autodeterminada (CrimethInc, 2017). El poder sordo no es una regla vulgar de la mafia. Requiere trabajo comunitario y ayuda mutua. La transformación sorda del poder debe crecer de adentro hacia afuera. Un cambio de sistema liderado por personas sordas solo puede ser realizado por individuos sordos y comunidades sordas que trabajan en solidaridad contra la opresión. Este trabajo puede revitalizarse abrazando y profundizando la anarco-sordera.

Como argumentamos, muchos aspectos icónicos y queridos de la cultura sorda, como el colectivismo, el mutualismo, la acción directa y la resistencia al control externo, también son principios básicos del anarquismo. También notamos la necesidad existencial de masas críticas de estudiantes sordos para mantener la transmisión heterárquica de la lengua de signos por parte de compañeros sordos en las escuelas (DeConde Johnson & DesGeorges, n.d .; Humphries, 2013). Señalamos que ‘masa crítica’ es un concepto insurreccional de origen anarquista (Blue, 2012).

En lugar de negar el linaje compartido de anarco-sordera, deseamos expandirlo. Además, hacerlo beneficia mutuamente tanto a los anarquistas como a las comunidades sordas. 

Existen jerarquías que deben ser abolidas tanto en los grupos sordos como en los anarquistas. Su abolición es un objetivo común. Existe un enorme potencial para que las personas sordas y discapacitadas se comprometan con el anarquismo, no solo para contrarrestar el daño del capacitismo, sino para politizar conscientemente a sus comunidades. No es una coincidencia que el antiguo cántico de protesta «¡Nada sobre nosotras sin nosotras!» tenga analogías posmodernas que usan las personas sordas y discapacitadas que hacen propaganda digital, usan hashtags y construyen tuits y memes.

Dentro de la confluencia anarco-sordera, el sobrio mantra igualitario-«de cada uno según sus capacidades y para cada uno según sus necesidades»-adquiere un nuevo impulso hacia la discapacidad, que requiere un nuevo análisis. Hacia el cambio del sistema educativo para personas sordas, nuestra postura sordoanarquista interpone estas preguntas necesarias: ¿Las habilidades de quién? ¿Las necesidades de quién? Y, probablemente, lo más importante: ¿quién decide?

«No hay poder sin poder sordo.»

Aquí, nos mantenemos firmes. Las personas sordas deciden. La comunidad de personas sordas decide. Cualquier cosa menos no es ética. Cualquier cosa menos perpetúa la incoherencia sistémica y mantiene el yugo de la hegemonía no sorda. Para cerrar, argumentamos que, hacia la igualdad radical y la transformación de los sistemas educativos para personas sordas, no hay mejor momento que el presente. Y no hay poder sin poder sordo.