Portada del libro The Right to Maim: Debility, Capacity, Disability (El Derecho a Mutilar: Debilidad, Capacidad y Discapacidad), de Jasbir K. Puar.
 

El derecho a mutilar

Por Jasbir K. Puar.

Resumen del capítulo Will Not Let Die: Debilitation and Inhuman Biopolitics in Palestine (No dejar que mueran: Debilitación y Biopolítica Inhumana en Palestina), parte del libro «The Right to Maim: Debility, Capacity, Disability» («El Derecho a Mutilar: Debilidad, Capacidad y Discapacidad»), de Jasbir K. Puar. 

Aviso: El libro fue publicado antes de los recientes ataques a Palestina (2023). Traducción no profesional realizada por ACCIUMRed para lectura personal.

Lectura simplificada

Jasbir K. Puar es profesora y directora de estudios de género y mujeres en la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey (EE. UU.).

En su capítulo No dejar que mueran: Debilitación y Biopolítica Inhumana en Palestina, Jasbir K. Puar analiza la cuestión palestina desde una perspectiva biopolítica. La perspectiva biopolítica se refiere a la forma en que los gobiernos y el poder controlan los cuerpos y vidas de las personas, también a través del género, la sexualidad, la raza y la discapacidad.

En su capítulo, Jasbir K. Puar argumenta que Israel usa estrategias biopolíticas para debilitar y mutilar al pueblo palestino, reduciendo así su habitabilidad y resistencia. Puar entiende la orden de «disparar para incapacitar (y no para matar)» e impedir la ayuda médica como estrategias para debilitar la resistencia palestina y manipular la percepción internacional. Es decir, crear una imagen negativa de Palestina al resto del mundo.

Jasbir K. Puar expande la biopolítica al colonialismo y pide que sea redefinida, ya que debilitar y mutilar (la política israelí de «dejar vivir») desafía nociones de vida-muerte, pero al ser ignorada o pasa desapercibida por el resto de la comunidad internacional es permisiva con el derecho a mutilar.

Jasbir K. Puar destaca también en su capítulo el ataque a infraestructuras palestinas, haciendo de Palestina (Gaza) una prisión al aire libre. Algo que vincula con la necropolítica. Necropolítica se refiere a la forma en que los gobiernos y el poder deciden quién vive, quién muere y en qué forma lo hará.

Prisión al aire libre es una metáfora que describe la limitación de movimiento, recursos, vigilancia y aislamiento a las que el pueblo palestino es sometido, aunque no esté dentro de una cárcel física. Concretamente, en Gaza.

En definitiva, Jasbir K. Puar condena en su artículo el daño colateral, la muerte lenta y la reconstrucción de tierras palestinas como beneficio económico israelí, que encubren la mutilación bajo sus políticas de dejar vivir de cara a la comunidad internacional. Argumenta que esa estrategia, más allá de la guerra, es un medio del colonialismo de asentamiento para la despoblación lenta y el lucro, desafiando la idea de eliminación indígena únicamente por genocidio (*2023).

El movimiento popular palestino BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) se propone como estrategia para interrumpir estos circuitos de acumulación capitalista.

Fotografía retrato de Jasbir K. Puar.
Jasbir K. Puar ©izquierdadiario

Introducción

Para facilitar una lectura clara y estructurada, hemos organizado el resumen en 8 secciones distintas, que difieren un poco de las 5 divisiones originales que realiza la autora. El objetivo es abordar los diferentes conceptos que Jasbir K. Puar expone a lo largo del capítulo, y que estructura bajo: Catalog of suffering (Catálogo de sufrimiento), Infrastructural warfare (Guerra de Infraestructura),  The biopolitics of settler colonialism (La biopolítica del colonialismo de asentamiento), Collateral damage (Daño colateral) y Prehensive biopolitics (Biopolítica prensiva) y No future (Sin futuro).

Atención: Este resumen es un mero esbozo y no busca, ni por asomo, reemplazar la experiencia que ofrece la lectura íntegra de la obra de Jasbir K. Puar, cuya profundidad y alcance son irreductibles.


Catálogo de sufrimiento

En verano de 2014, la Operación Margen Protector en Gaza marca una grave crisis humanitaria, con civiles muertos y mutilados, y daños a infraestructuras claves, una violación de la Convención de Ginebra. Una estrategia biopolítica israelí de ejercer control mediante la mutilación y debilitamiento de palestinos. La táctica israelí de «disparar para incapacitar» es vista como un método para minar la resistencia palestina. Jasbir K. Puar desacredita la postura israelí de «dejar vivir», señalando que las advertencias de ataques, como los «golpes en el techo» poco tiempo antes de que sea bombardeado, son insuficientes para la evacuación segura. Sobre todo, cuando las que deben escapar son personas con discapacidad.

En su capítulo, Puar traza esta política hasta la Primera Intifada (movimiento popular palestino), evidenciando un historial de lesiones intencionadas al pueblo palestino con el uso de municiones no letales. Durante la Segunda Intifada, Puar cuenta que el ejército israelí utilizaba balas fragmentarias que causaban graves lesiones internas, una práctica condenada internacionalmente. Acciones que buscan mantener bajas las cifras de muertes palestinas, desviando la atención internacional y redirigiendo la antipatía hacia Palestina.

Puar expone también la obstrucción israelí a la atención médica palestina, con ataques a ambulancias, personal médico y la destrucción de instalaciones médicas. Concluyendo que la creación de discapacidades es una táctica militar israelí intencional que apunta a una guerra contra la capacidad de vivir palestina, manteniendo a la vez las estadísticas de muertes bajas para reducir el apoyo internacional hacia la causa palestina.


Guerra de Infraestructura

La destrucción de infraestructuras en Gaza por parte de Israel se interpreta como un asalto a los fundamentos de la vida, convirtiendo la región en una «prisión al aire libre». Según Jasbir K. Puar, esto es parte de una guerra de infraestructuras que no solo lastima cuerpos, sino que desintegra soportes vitales, profundizando la crisis humanitaria y utilizando la vida cotidiana como arma y blanco. Citando a Achille Mbembe, Puar vincula estas acciones con la «necropolítica», que describe la capacidad del poder de determinar quiénes viven y quiénes mueren.

Israel redefine las redes de servicios esenciales de Gaza como «infraestructuras terroristas», justificando así la «violencia infraestructural», como la llama Omar Jabary Salamanca, que es central para la regulación biopolítica y la producción de un colapso humanitario regulado. Esta táctica se ve complementada por formas de control infraestructural remoto y un encierro de alta tecnología que redefine las sociedades de control descritas por Deleuze.

Puar cita al político israelí Dov Wiesglass para ilustrar cómo Israel puede orquestar crisis a su antojo, refiriéndose a la situación como una «crisis humanitaria elástica», lo que sugiere una manipulación intencional de la vida y la muerte de la población de Gaza.

La conclusión del segmento es que la estrategia israelí va más allá de atentar contra la vida, apuntando a socavar la capacidad de resistencia de los palestinos. Se plantea la pregunta de cuánta resistencia se puede eliminar sin llevar a cabo un exterminio completo y qué posibles efectos creativos y de resistencia pueden surgir de este intento de aniquilar la vitalidad palestina.


La biopolítica del colonialismo de asentamiento

Jasbir K. Puar introduce la «biopolítica del colonialismo de asentamiento», examinando cómo la debilitación actúa como un eje central de control biopolítico en territorios colonizados, ampliando el alcance de la biopolítica más allá de la dicotomía vida-muerte. Según Puar, la mutilación es una herramienta clave del control colonial israelí, usada para mantener la dominación y suprimir la resistencia futura al infligir sufrimiento y privación.

El texto propone reevaluar la biopolítica considerando la mutilación y la debilitación, prácticas que desafían la clasificación legal y teórica convencional y que cambian las jerarquías tradicionales de vida y muerte. Puar cuestiona la omisión de la ocupación colonial en la formulación foucaultiana de la biopolítica y cómo se aplica en el contexto del colonialismo de asentamiento del siglo XXI, invocando las críticas de Weheliye y Chen sobre la inadecuada integración de la raza y el colonialismo en la teoría biopolítica.

La autora también aborda cómo Foucault conectó la salud y la vulnerabilidad a las formas de poder y consideró la enfermedad como un fenómeno biológico, omitiendo su inducción social y su rol en las máquinas de guerra coloniales. Puar sugiere que esta visión presagia la confusión liberal de la discapacidad, vista ya sea como un evento excepcional o como un componente intrínseco del funcionamiento colonial.

Finalmente, se discute la idea de las «debilitaciones duracionales de la cronicidad», donde las enfermedades se vuelven endémicas. En la biopolítica actual, la prosperidad económica puede ocurrir sin el florecimiento humano, relegando la enfermedad no como un impedimento para el «hacer vivir», sino como un aspecto integrado y explotado por él.


El derecho a mutilar

Jasbir K. Puar critica la política israelí de «dejar vivir» por su crueldad, destacando que las advertencias previas a los ataques son insuficientes, especialmente para los discapacitados, incapaces de evacuar a tiempo. El análisis revela el «derecho a mutilar» como una estrategia israelí para socavar preventivamente la resistencia palestina, causando daño permanente más que la muerte. Esta práctica altera las nociones de vida y muerte, donde la mutilación representa una muerte lenta y un asalto sostenido a la integridad corporal e infraestructural.

La autora argumenta que el actuar de Israel, bajo la apariencia de preservación de la vida, en realidad busca mantener la vida en un estado crónicamente dañado, lo cual podría ser más inhumano que la muerte misma. La política de disparar para incapacitar es percibida erróneamente como un acto de misericordia. Puar insta a comprender y desafiar estas prácticas violentas desde la perspectiva de los ocupados, no desde el poder estatal o el privilegio del ocupante.

El texto cuestiona cómo se maneja la línea entre no dejar morir y explotar la distinción entre la muerte y la debilidad, y cómo esta explotación se esconde detrás de las mutilaciones intencionales. Maher Najjar, subdirector de las Utilidades Municipales Costeras de Gaza, condena la debilitación de la infraestructura de Gaza, considerándola peor que la muerte. Argumenta que la política israelí de «dejar vivir» es una farsa que deshumaniza a los palestinos al privarles de una vida plena o de una muerte digna.

Puar contrasta esta realidad con el modelo de derechos humanos de la discapacidad, resaltando el fracaso global en reconocer la discapacidad como una diferencia social protegida y valorada, especialmente bajo tácticas de guerra en un contexto colonial de asentamiento.


Daño colateral 

Jasbir K. Puar denuncia el término «daño colateral» y la «muerte lenta» como partes de una crisis de salud pública que sigue la lógica del capitalismo de desastre. El ciclo de destrucción y reconstrucción de Gaza, financiado por donantes internacionales, alimenta la economía israelí y perpetúa el conflicto. La política de «dejar vivir» de Israel se critica por ejercer un «derecho a mutilar» encubierto, donde el incumplimiento de protocolos internacionales y la minimización de muertes civiles camuflan la práctica de mutilación intencional y su impacto a largo plazo.

La distinción entre muertes civiles intencionales y no intencionales enmascara la mutilación como una táctica de la guerra colonial, enfocada en la destrucción de infraestructuras y el control de recursos básicos. Esta estrategia de mutilación, mantenida desde la primera intifada, se presenta como un medio para alcanzar objetivos coloniales de largo plazo, desafiando la idea de que el colonialismo de asentamiento busca la eliminación de los indígenas solo por genocidio o asimilación.

Gaza se describe como un lugar donde los nativos no son asimilados ni empleados como mano de obra barata, sino tratados como desechos, con la mutilación sirviendo para despojar a la población sin matarla rápidamente. Esta práctica se ve como una forma de despoblación lenta y sostenida. El artículo también aborda cómo la reconstrucción de Gaza se convierte en un proceso lucrativo para Israel y otros actores regionales y ONGs, que, aunque con intereses económicos y geopolíticos dispares, refuerzan la validación económica e ideológica de Israel.

Puar subraya que la mutilación y debilitación en Gaza no son simplemente subproductos de la guerra sino medios tácticos del colonialismo de asentamiento. El movimiento BDS se propone como una estrategia para interrumpir estos circuitos de acumulación capitalista. La debilitación de los gazatíes se capitaliza económicamente, y la ganancia se deriva del desmantelamiento de la reproducción social, reflejando un capitalismo sin necesidad de mano de obra. Israel ejerce un «derecho a reparar» que beneficia de la rehabilitación especulativa y controlada, en línea con su seguridad nacional.


Biopolítica prensiva

Jasbir K. Puar introduce el concepto de «biopolítica prensiva», analizando cómo se representa el futuro de Gaza como un desastre inminente y cuestionando las métricas que definen su (in)habitabilidad.  La biopolítica prensiva se basa en la idea de que el poder no solo decide sobre la vida y la muerte, sino también sobre la debilidad y la capacidad. Una inversión en el «no permitir morir» que justifica el derecho a mutilar. 

La autora pone en duda las afirmaciones de que Gaza será inhabitable para 2020, interrogando las métricas que determinan su habitabilidad y cómo estas proyecciones prensivas influyen en el discurso sobre minorías y extinciones. Puar sugiere que Israel podría no estar buscando una solución de un estado o dos estados al «conflicto israelí-árabe», sino más bien la perpetuación del statu quo, donde la debilitación constante sirve como una solución de colonialismo de asentamiento.

Las proyecciones demográficas y las tensiones entre la aceleración de la vida y la muerte lenta se analizan, sugiriendo que la vida en Gaza está atrapada en un tiempo biopolítico que se proyecta más allá de lo humano, afectando futuras generaciones a través de una «epigenética armamentística» que perpetúa el legado de la guerra y la ocupación.

Puar examina también la idea de Eyal Weizman sobre la «verticalización», que describe la dominación israelí del espacio en tres dimensiones, legitimando su control a través de la colonización tanto del espacio como del tiempo. La mutilación se presenta como una herramienta necesaria para este proyecto de verticalización, demostrando cómo Israel explota estos dominios para su beneficio geopolítico.


Infancia palestina

Los niños de Gaza, enfrentando malnutrición y violencia extrema, personifican la vulnerabilidad del conflicto. La «biopolítica prensiva» se manifiesta en su dieta restrictiva, impuesta por el liderazgo militar israelí, que ha provocado «enanismo», con efectos duraderos en su crecimiento físico y estándares de salud. Estos niños, expuestos a más violencia que cualquier otro grupo en el mundo, llevan la carga de un trauma psicológico y cognitivo que deshumaniza su sufrimiento y perpetúa un legado de daño generacional.

Se critica la visión de que la resistencia puede ser identificada y suprimida, argumentando que la resistencia es elusiva y el control biopolítico es productivo. Gaza se describe como un «laboratorio experimental» para Israel, un campo de pruebas para nuevas tecnologías militares que son luego comercializadas. Se plantea la cuestión de si la debilitación biopolítica es una táctica intencional para la rentabilidad, cuestionando si Gaza es un experimento en la explotación de las divisiones entre muerte y debilitación.

En este contexto, Gaza no se considera un campo de muerte, sino de debilitación, donde los cuerpos debilitados son más valiosos vivos dentro de la economía capitalista. No como trabajadores, sino como cuerpos que se mantienen en circulación para ser modulados con diversas temporalidades de vida. La mutilación se presenta como un componente esencial de esta economía, perpetuando el colonialismo de asentamiento mediante la normalización de la ocupación y su regulación.


Hermenéutica antisionista

En esta última parte del artículo, la autora presenta su análisis como parte de lo que Jordana Rosenberg denomina una «hermenéutica antisionista». Esta perspectiva insiste en hablar de la debilitación como otra forma de gubernamentalidad biopolítica y busca entender las intensificaciones de los modos biopolíticos de control que son continuos y resuenan con modos históricos y, de hecho, a través de espacios geopolíticos contemporáneos. Se sugiere que Palestina proporciona un plano epistemológico que conecta tejidos entre regiones, regímenes de poder, sitios de producción de conocimiento, excavaciones históricas y luchas de solidaridad por la liberación.

Michael Hardt es citado para sostener que Palestina y las luchas palestinas pueden verse como ejemplares y una lección e inspiración para aquellos que luchan en todo el mundo. Hardt conecta Palestina con luchas en otros lugares y argumenta que cuatro rubros de encierro vinculan diferentes sitios geopolíticos: endeudamiento, mediatización, securitización y representación. Este esquema ofrece una vía para conceptualizar que ni excepcionaliza Palestina ni minimiza el papel de la ocupación israelí en la legitimación de las tecnologías geopolíticas de securitización y soberanía en todo el mundo.

La hermenéutica antisionista reconoce las condiciones cambiantes en la academia de los EE. UU. y la posibilidad de un debate genuino sobre lo que Edward Said denominó «La cuestión de Palestina». Said define la frase como algo significativo y suficientemente problemático como para ser tratado por separado y que es inestable o incierto. La autora afirma que las lecciones de Palestina no pueden ser ignoradas ni utilizadas instrumentalmente para corregir teorizaciones eurocéntricas de la biopolítica. El propósito final de este análisis es trabajar en servicio de una Palestina libre.


Conclusión

En conclusión, la autora aboga por una hermenéutica antisionista y por reconocer la lucha palestina, conectándola con movimientos de resistencia global. Se hace un llamado a la acción para apoyar la liberación de Palestina, más allá del debate académico, como un imperativo ético y político.